junio 30, 2008 1 comentaron

oblivisco

Expansión... contracción... desvanecimiento.

Toda la tarde bajo esa mano, con la caricia rota y lastimosa de la luz.

Las diez. La hora de empiernarse con las sábanas marca también el momento de re-creación, como el fénix; al llegar la oscuridad, gira cual flor apuntando hacia la luna; surge vida de la sólo alma que habita en las baldosas.

Uno, dos, tres... quince días. La falta de experiencia táctil dicta muerte y vida, paradoja macabra de la desmemoria; crecimiento y defunción repetida e inconstante, inversamente proporcional: A más olvido, menos muerte; a más recuerdo, menos vida.

junio 29, 2008 0 comentaron
¿Será por costumbre que cada vez que sueño, te mire y me levante con tu voz?
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sólo una idea

Quizá la no-pertenencia a este mundo sea más que sólo coincidencia... Comienzo a pensar en que, lo que considero mi presagio más recurrente, más pronto que tarde será develado. Espero ansiosa.


junio 28, 2008 0 comentaron
[Para eso de la mala memoria] recordatorios, recordatorios y más recordatorios... como dirían en mi pueblo adoptivo: ¡No me ayudes compadre!


Por cierto, tal vez te ayudaría, hacer un breve recorrido por el pasado; eso creo yo, parece que tu memoria es aún peor que la mía.
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cambio de estación...





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entre tanto ex

¿Diplomado en el Centro Fox? No pude más que sorprenderme para después soltar una sonora carcajada, no es para menos. Apenas hace unos días leía en una revista la opinión del famoso Jorge G. Castañeda, quien, tampoco es precisamente de lo más decente, decía, en resumen, que el ex-presidente, como ya todos sabemos, era poco más que un burro con botas. En el mismo texto de su autoría, repasaba los penosísimos episodios de Fox cada vez que se atrevía a hacer gala de sus nulos conocimientos de literatura (a saber, la confusión de José Luis por Jorge Luis Borges, o el adjudicado premio Nobel al maestro Vargas Llosa), y hoy resulta, porque por desidia no supe antes de la noticia, que en el Centro que lleva su apellido, el cual, por cierto, fue construido con una enorme cantidad de dinero procedente de… sus negocios, con pésimo gusto y sabrá Dios qué calidad de construcción (tomando en cuenta que durante su gobierno la obra magna, y por ende, se supondría mejor cuidada, Biblioteca José Vasconcelos resultó ser un fiasco mayor que las más baratas casitas de infonavit), pero la cuestión ahora, lejos de evaluar los procesos constructivos, es más bien imaginar, por sólo unos instantes, porque dudo que una mente sensata resista un poco más, a menos que la autodestrucción o el masoquismo sea su gusto, cómo diablos será posible, o más bien, ¿con qué calidad (cara sería más adecuado) puede alguien con una ignorancia, en escala de 0 a -10, de -10 afirmar con todo cinismo que en su escuela se ha titulado alguien de un estudio medianamente serio (en el caso de que se impartiera en cualquier otro lugar, incluso el CENHIES) sobre "Liderazgo y Formación Política"? Es cierto, tal vez hacer leña del árbol caído no sea, para estar a tono con las inclinaciones particulares del ex-mandatario, de un buen cristiano, pero también es cierto que cuando las cosas se dan a uno en bandeja de plata (como en otra ocasión, ya por algunos conocida) no puede uno menos que aprovecharlas, ya se dice: "a caballo regalado no se le ve el diente". Volviendo al texto citado anteriormente, el ex-canciller habla de las otras deficiencias más notables de su ex-jefe, las de la conservación de ciertas fórmulas por demás tradicionales en la política mexicana al menos y que, de cierto modo, en el actual presidente, han regresado para tranquilidad de algunos y resignación de otros.

Justo cuando hablaba un amigo de que el mundo apesta y yo le contradecía diciendo que algunos tenemos la firme esperanza de que algún día apeste menos, es que frente a las micas de los lentes azules apareció lo que sería la cereza del pastel humorístico:

Al término del evento organizado por la fundación panista Rafael Preciado, encabezada por Carlos Abascal Carranza, se ofrecerá una conferencia de prensa en la que Germán Martínez y Vicente Fox abordarán diversos temas del partido y de la vida nacional.

… ¡A imaginar!

Como he dicho otras veces, uno suele tener la firme intención de cambiar y no aprovecharse, es decir, no reír a costa de la poca astucia o la mucha desvergüenza de los demás, pero nunca se sabe cuándo se dejará de reír, mientras, ¡bienvenido el buen humor!

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¿Será verdad que la vida es como un boomerang y que todo lo que se va, algún día regresa; o más bien, que hay cosas que nunca se van?



Justo en el clavo, esto de las sorpresas y misterios me apasiona, engancha; estoy intrigada, tal vez no duerma hoy.

junio 24, 2008 0 comentaron

junio 23, 2008 0 comentaron

paréntesis

(Y supongo que de verdad confías en mi serenidad. De todas estas horas sólo la he mantenido durante ocho, seis de ellas las he pasado durmiendo. Sin embargo, parece ser que amarrarse manos y lengua a veces es confortable, al menos para los demás; quizá con el tiempo calle aun cuando sienta que no debería... quizá no.)
junio 22, 2008 0 comentaron

cadáver exquisito

Hace mucho, mucho tiempo había una princesilla; con más naturaleza de espíritu que de mujer que, valiente como era, buscaba sólo encontrar el alma de un árbol que de noche le acompañara con el murmullo de sus hojas y por las mañanas, se bañara también en la ribera del río pero el ente inasible que dotaba de vida a las montañas decidió un día volver a su guarida, donde entre guerreros y magos se albergaba solitario. Muerta de frío, cansada de esperar en medio del bosque, trepó por las ramas marchitas del roble de ayer. A lo lejos, descubrió la luz del fuego que manos conocidas encendían; confiada, entendida que las alas de las hadas son tan ligeras como resistentes, se aventuró a buscarlo, mas cuando estaba a punto de llegar, como papel se deshicieron los finos tejidos cubiertos del fuego del tiempo; de poco sirvió llenar de lágrimas la mirada y recurrir a sus habilidades de ninfa pues al transcurrir de los días, quedó cubierta de tierra mientras en su propio pueblo era buscada por las cascadas, a la vez que el viento llenaba de vida el fuego aquél que aún se encendía.

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una mujer amaestrada

Juan José Arreola

Hoy me detuve a contemplar este curioso espectáculo: en una plaza de las afueras, un saltimbanqui polvoriento exhibía una mujer amaestrada. Aunque la función se daba a ras del suelo y en plena calle, el hombre concedía la mayor importancia al círculo de tiza previamente trazado, según él, con permiso de las autoridades. Una y otra vez hizo retroceder a los espectadores que rebasaban los límites de esa pista improvisada. La cadena que iba de su mano izquierda al cuello de la mujer, no pasaba de ser un símbolo, ya que el menor esfuerzo habría bastado para romperla. Mucho más impresionante resultaba el látigo de seda floja que el saltimbanqui sacudía por los aires, orgulloso, pero sin lograr un chasquido.

Un pequeño monstruo de edad indefinida completaba el elenco. Golpeando su tamboril daba fondo musical a los actos de la mujer, que se reducían a caminar en posición erecta, a salvar algunos obstáculos de papel y a resolver cuestiones de aritmética elemental. Cada vez que una moneda rodaba por el suelo, había un breve paréntesis teatral a cargo del público. «¡ Besos!», ordenaba el saltimbanqui. «No. A ése no. Al caballero que arrojó la moneda.» La mujer no acertaba, y una media docena de individuos se dejaba besar, con los pelos de punta, entre risas y aplausos. Un guardia se acercó diciendo que aquello estaba prohibido. El domador le tendió un papel mugriento con sellos oficiales, y el policía se fue malhumorado, encogiéndose de hombros.

A decir verdad, las gracias de la mujer no eran cosa del otro mundo. Pero acusaban una paciencia infinita, francamente anormal, por parte del hombre. Y el público sabe agradecer siempre tales esfuerzos. Paga por ver una pulga vestida; y no tanto por la belleza del traje, sino por el trabajo que ha costado ponérselo. Yo mismo he quedado largo rato viendo con admiración a un inválido que hacía con los pies lo que muy pocos podrían hacer con las manos.

Guiado por un ciego impulso de solidaridad, desatendí a la mujer y puse toda mi atención en el hombre. No cabe duda de que el tipo sufría. Mientras más difíciles eran las suertes, más trabajo le costaba disimular y reír. Cada vez que ella cometía una torpeza, el hombre temblaba angustiado. Yo comprendí que la mujer no le era del todo indiferente, y que se había encariñado con ella, tal vez en los años de su tedioso aprendizaje. Entre ambos existía una relación, íntima y degradante, que iba más allá del domador y la fiera. Quien profundice en ella, llegará indudablemente a una conclusión obscena.

El público, inocente por naturaleza, no se da cuenta de nada y pierde los pormenores que saltan a la vista del observador destacado. Admira al autor de un prodigio, pero no le importan sus dolores de cabeza ni los detalles monstruosos que puede haber en su vida privada. Se atiene simplemente a los resultados, y cuando se le da gusto, no escatima su aplauso.

Lo único que yo puedo decir con certeza es que el saltimbanqui, a juzgar por sus reacciones, se sentía orgulloso y culpable. Evidentemente, nadie podría negarle el mérito de haber amaestrado a la mujer; pero nadie tampoco podría atenuar la idea de su propia vileza. (En este punto de mi meditación, la mujer daba vueltas de carnero en una angosta alfombra de terciopelo desvaído.)

El guardián del orden público se acercó nuevamente a hostilizar al saltimbanqui. Según él, estábamos entorpeciendo la circulación, el ritmo casi, de la vida normal. «¿Una mujer amaestrada? Váyanse todos ustedes al circo.» El acusado respondió otra vez con argumentos de papel sucio, que el policía leyó de lejos con asco. (La mujer, entre tanto, recogía monedas en su gorra le lentejuelas. Algunos héroes se dejaban besar; otros se apartaban modestamente, entre dignos y avergonzados.)

El representante de las autoridades se fue para siempre, mediante la suscripción popular de un soborno. El saltimbanqui, fingiendo la mayor felicidad, ordenó al enano del tamboril que tocara un ritmo tropical. La mujer, que estaba preparándose para un número matemático, sacudía como pandero el ábaco de colores. Empezó a bailar con descompuestos ademanes difícilmente procaces. Su director se sentía defraudado a más no poder, ya que en el fondo de su corazón cifraba todas sus esperanzas en la cárcel. Abatido y furioso, increpaba la lentitud de la bailarina con adjetivos sangrientos. El público empezó a contagiarse de su falso entusiasmo, y quien más, quien menos, todos batían palmas y meneaban el cuerpo.

Para completar el efecto, y queriendo sacar de la situación el mejor partido posible, el hombre se puso a golpear a la mujer con su látigo de mentiras. Entonces me di cuenta del error que yo estaba cometiendo. Puse mis ojos en ella, sencillamente, como todos los demás. Dejé de mirarlo a él, cualquiera que fuese su tragedia. (En ese momento, las lágrimas surcaban su rostro enharinado.)

Resuelto a desmentir ante todos mis ideas de compasión y de crítica, buscando en vano con los ojos la venia del saltimbanqui, y antes de que otro arrepentido me tomara la delantera, salté por encima de la línea de tiza al círculo de contorsiones y cabriolas.

Azuzado por su padre, el enano del tamboril dio rienda suelta a su instrumento, en un crescendo de percusiones increíbles. Alentada por tan espontánea compañía, la mujer se superó a sí misma y obtuvo un éxito estruendoso. Yo acompasé mi ritmo con el suyo y no perdí pie ni pisada de aquel improvisado movimiento perpetuo, hasta que el niño dejó de tocar.

Como actitud final, nada me pareció más adecuado que caer bruscamente de rodillas.

junio 21, 2008 0 comentaron

"... un poco de humor"

Para dar un pequeño giro al humor seco, monótono y frío de los últimos días cito a un célebre personaje con melodiosa voz de esta ciudad: "...un poco de humor".

Con un poco de suerte, incluso despertará la creatividad, aunque sea the ironic one.


junio 16, 2008 0 comentaron
La Luna sale de noche...
junio 15, 2008 0 comentaron
¿Por qué "pensar" si es cuestión de sentir?
junio 14, 2008 0 comentaron

no me sueltes

Me solté de las cuerdas que me asían desde tiempo atrás, decidí lanzarme al vacío esperando encontrar tus brazos.

Comenzaste por soltar una de tus manos, la misma que tomé y llevé entre las mías.

No te he soltado jamás. ¿Por qué me sueltas ahora tú?
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No llegaste...

¿Qué pasará?
¿A dónde irás?
¿Qué mano tomarás?
...¿Recordarás?

Te amaré.


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Aún recuerdo tu voz diciendo: ¿Seguro no vas a correr? Mírate ahora, dejando todo atrás, y yo, detenida bajo el árbol, mirando la ciudad desde la cima, pensando que la próxima vez que abra los ojos te encontraré de nuevo aquí.
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sabio consejo

pero...ten en cuenta una cosa muy importante: tu vestido a las 12 de la noche... volverá a ser los harapos que llevas ahora.
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La verdad no sé por qué sueles hacer y decir las cosas que haces y dices, sabes que terminas de a poco con todo; tal vez sea cierto que es esa tu consigna. En fin...
junio 13, 2008 0 comentaron
Sapito, sapito ¿en qué estanque estás?

Tal vez ya te encuentre.
junio 10, 2008 0 comentaron
A pesar de todo, en medio de tu tempestad está mi lluvia, que antepones aun cuando sabes que la tormenta es casi a voluntad.
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... y justo cuando creo que estoy andando, algo aparece y me vuelvo a caer.
junio 05, 2008 0 comentaron
No aguanto más, tal vez yo también muera en domingo.
junio 04, 2008 0 comentaron
El tiempo se me va sólo en llorar. No puedo hacer más, no sé hacer más.
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las hadas

Con sus rubias cabelleras luminosas,
en la sombra se aproximan. Son las hadas.
A su paso los abetos de la selva
como ofrenda tienden las crujientes ramas.
Con sus rubias cabelleras luminosas
se acercan las hadas.

Bajo un árbol, en la orilla del pantano,
yace el cuerpo de una virgen. Su faz blanca,
su faz blanca como un lirio de la selva;
dormida en sus labios la postrer plegaria.
Con sus rubias cabelleras luminosas
se acercan las hadas.

A lo lejos, por los claros de los bosques,
pasa huyendo tenebrosa cabalgata
y hay ardientes resoplidos de jaurías
y sonidos broncos de trompas de caza.
Con sus rubias cabelleras luminosas
se acercan las hadas.

Bajo el árbol, en la orilla del pantano,
sobre el cuerpo de la virgen inclinadas,
posan, suaves como flores que se besan,
sus labios purpúreos en la frente blanca.
Y en los ojos apagados de la muerta
brilla la mirada.

Con sus rubias cabelleras luminosas
se alejan las hadas.
A su paso los abetos de la selva
como ofrenda tienden las crujientes ramas.
Con su rubia cabellera luminosa
va la virgen blanca


Ricardo Jaimes Freyre

junio 03, 2008 1 comentaron

3 de junio

Tal vez el exceso de ausencias me vuelva vulnerable, tal vez sea mentira eso de que de noche todos los gatos son pardos. En medio de la oscuridad, cuando todos callan, cuando todos duermen, una voz de los recuerdos me despierta, me amarra durante horas a la cama y me obliga a levantarme a la mañana. Tanto tiempo relegado a la oscuridad de un cinto, a la soledad de los parques y hoy, por asociación o metáfora, sus imágenes de nunca asaltan mis cuadernos, se cuelan en los oídos, se abren paso ante los ojos. Cómo olvidarse de un nombre tan común, de recuerdos tan corrientes; cómo lograr que el tiempo se lleve para siempre lo que la vida dejó arrastrando con la huida. Tanto tiempo contigo, y tanto tiempo sin ti; si el tiempo pudiera volver, regresaría a la acera de siempre, evitarías mi partida, y yo evitaría tu muerte. Si los años pasaran en sentido contrario volveríamos a ser niños, a encontrarnos en el jardín, a jugar que nos casábamos, a ser amigos. Si pudieras volver tan sólo para este tu cumpleaños, si me visitaras sólo por error, seguro encontraría el camino de regreso.


junio 02, 2008 0 comentaron
Tal vez seríamos como los tres mosqueteros... si entre los mosqueteros se hubiera encontrado una mujer.
junio 01, 2008 0 comentaron

just, come as you are

free music
 
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