El bochorno de nuestras manos en una noche sin sueño
El calor del aire mezclado en una música lejana arremolinada en la brisa
Una luna roja mirando tu ventana mientras se escucha el rodar de los coches en la lluvia
Un atardecer fresco frente al mar
Una noche interminable de cine
Las caminatas recetadas a diario con dosis de helado
La plaza iluminada de invierno cálido
Hoy, un año después del cambio veo la brisa y huelo los colores del atardecer de nuestros primeros días. Ahora es diferente, somos más... más grandes, unidos, comprometidos.
Feliz año nuevo
Al frente, mi mirada crea un rompecabezas de cuerpos y caras, viejos unos, otros no tanto; y mi hombro es rozado constantemente por el cabello olvidado de alguien hace mucho tiempo. El viento entra desde la ventana, helado pero no molesto... sólo un poco, da igual; de cualquier manera ésa es una de las tantas acciones inalcanzables: cerrar la ventana.
Poco a poco se van acumulando sonidos y visiones detrás de la cortina, personas andan, no muy de prisa, sólo lo suficiente para ser puntuales... y un día más se asoma al calendario.
No hace mucho me miraba también a través de esa ventana, donde todo sucedía tan rápido que era fácil perderse en el correr de la vida, tanto, que el cansancio me dolía en los dedos, picaba mis pies; debía dormir o sentarme a reponer fuerzas al menos, y es lo que hago, reponer fuerzas para el día en que el afuera sea tan ágil como el pasado, pero días han ido y vuelto y nada es como debería, sigo esperando que todo mejore, no creo que el mundo esté listo para mí ahora.
Y mientras me lamento por mi mundo extraviado, miro a los costados por no perderme en el rompecabezas que ya no sé resolver. Noto una mancha pequeña en las cortinas melón. No, en realidad no es tan pequeña si puedo verla desde aquí, y no es que tenga vista cansada pero sí nos separan algunos metros. Una rasgadura en ella también, crea un ciclo perfecto al encontrarse con la fisura de la pared, el piso, el muro, el techo. Se descarapela la pintura, y el tapiz está lleno de humedad. Tengo la impresión de estar reconociendo un cuarto que conozco más que a mí mismo, qué simpático.
Miro al frente y ahí está Norma, ¡al fin! un rostro conocido en ese sinfín de ojos y narices torcidas. Intento saludarla, espero que me vea (también de ella estoy algo distanciado) pero mi mano libre no responde, o no muy bien, la siento pesada, hinchada, como de diabético o algo así. Hace mucho no bajo la mirada por no parecer menos que los demás, decía mi padre que puede perderse todo menos el orgullo, y por orgullo me he enclaustrado aquí, en mi propio santuario, hecho por mí, para mí... para descansar, claro. Pero una gota escurre del vaso hacia la alfombra, la compaño en su trayecto, es tan pálida y brillante a la vez que contrasta con mis extremidades de madera, crean un conjunto armonioso a la vista, provoca beberla, pero ahora es una más de las cosas que no puedo hacer...
La gente suele no tratarme o hacerlo de a poco (supongo que por precaución) y a pesar de eso siempre hallo algo que no me gusta, hasta he llegado a pensar que algo dentro, muy dentro de mí me tiene inconforme, pero está tan dentro que no lo veo y no he podido dilucidar qué es. No sé lo que haré pues inevitablemente debo tratar con terceros, es urgente que encuentre la manera de deshacerme de esta negatividad y este pesimismo que a primera vista digo no tener pero que a cada paso me demuestro que sí.
¿Necesitaré un psicólogo?
Ya me veo esperándote de nuevo. Con tu sonrisa limpia, la boca nueva. Yo, estacionada en medio de una acera, mirando la gente pasar esperando que aparezcas, detenida entre la impaciencia y la tolerancia. Me vuelvo a ver andando a tu lado, con tu voz en un oído, en el otro una canción. Y siento de nuevo tus manos, recorriéndome los ojos, esperando una señal. Has muerto, te he matado yo, y sin embargo, vives asustándome por los rincones.
La decepción siempre es la mejor arma para romper cadenas. Duele pero es efectiva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma,
la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología,
llorando.
Festejar los cumpleaños familiares,
llorando.
Atravesar el África,
llorando.
Llorar como un cacuy,
como un cocodrilo...
si es verdad
que los cacuyes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo,
pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz,
con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo,
por la boca.
Llorar de amor,
de hastío,
de alegría.
Llorar de frac,
de flato, de flacura.
Llorar improvisando,
de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!
Oliverio Girondo
Bueno, lo intenté. Me había propuesto ser todo dulzura y ternura, ser positiva y en general una "niña normal" pero no, me fastidió la idea y sólo lo logré durante algo así como 2 horas. No sé, creo que jamás podré ser tan... rosa; y no me desagrada la idea pero creí que cuando mi nena naciera eso sería fácil, que me cambiaría por fin, sin embargo no fue así. Sigo siendo igual de neurótica, paranoica, negativa y oscura que siempre (salvo cuando juego con ella). Creo que es momento de prometer que no lo volveré a intentar, ya son muchos intentos fallidos.
10:50 am Entra una enfermera a solicitar informes
10:53 am Entra a la oficina un hombre como de 1.65-1.70, moreno, cabello corto, lacio; vestido de pants con un anillo (de plata, hierro, acero o sabrá Dios) en cada dedo de la mano derecha que con prisa desenvuelve de una servilleta de papel una esclava de oro atorada con un anillo, que parece ser uan argolla de matrimonio, también de oro, y se los deja en el escritorio a la enfermera.
Se presenta el siguiente diálogo (E=enfermera, S=señor):
E: (revisa lo que dejó el señor este en el escritorio) ¿Es todo lo que traes?
S: Y una cadenita, también de oro
E: A verla (recibe de las manos del fulano, una cadena y una pulcera, ambas de oro). ¿En cuánto las dejas?
S: 500 cada una
E: Hijole
S: ¿Cuánto me das?
E: Es que nada más traigo 300
S: Mmm ¿cuáles quieres?
E: Ésta (la cadena) y ésta (una pulcera)
S: 350
E: Sólo traigo 300
S: 350 y me llevo éstos (el resto)
E: (Revsiando en la cartera) Uuu nada más traigo 250
S: 300
E: (Busca en el bolsillo de su pantalón blanco, blanco) Ah, mira acá traigo más... 300
S: Sale, gracias güera.
10: 58 am E: Entonces, arquitecta, ¿cómo le podemos hacer? es que ya no voy a poder pagar
....
¿Qué se supone que haga ante tal situación?....
Tal vez sea muuy mal pensada, como dicen, pero díagnme ¿de verdad alguien cree que este señor sea joyero formal, o de perdida creador independiente?
(Obviamente) no tengo nada en contra de las mujeres que trabajan, que buscan superarse, ni de todas aquéllas que buscan romper esquemas pero vamos, eso de echarle la culpa a los demás porque "me dijeron que" creo que habla muy mal de cualquiera. Estoy muy enfadada con todas esas mujeres que por serlo creen todavía que todo debe dárseles per se, que piensan que pueden manejar a las personas a su antojo, que sienten que están muy por encima de los demás y que son tan groseras e irrespetuosas como el hombre más patán.
Pienso que es un día cursi para vestirlo de rosa, pero lo amerita, que es un buen pretexto para tomar el café con las amigas y quedar para verse en un día indefinido pero igualmente es muy bueno para hacerle ver a todas aquéllas que merecen un jalón de orejas, que ser mujer no es recibir cualquier objeto o vegetal a cambio de afecto, ni salvar a los demás para "salvarse" a sí misma, ni pisotear, agredir, maltratar u ofender a cualquier otro diferente (o similar, que es peor) de nosotras con el patético pretexto de la "solidaridad femenina". Creo firmemente que una mujer es tal cuanto mejor calidad humana tiene.
Estoy tan cansada de lidiar con mujeres nefastas que tal vez un día me convierta en una de ellas, y si ese momento llega, espero que haya algún alma caritativa que se apiade de la humanidad y de mí misma que me recuerde lo sencillo y valioso que es ser mujer, una buena mujer. Felicidades a todas.
P.D. Quizá me hubiera gustado escribir algo más positivo y rosa para variar pero siempre que lo intento, algo me lo impide.
Noches de insomnio compartido,
días de ausencias provocadas.
Qué coincidencia la suma
de letras que forman tu nombre,
que como migas van dejando rastro
por mi historia.
Coincidencia es la veteranía de
nuestros miedos,
los anhelos callados.
Poemas encerrados.
Coincidencia de incidencias
es mirarte lejos estando cerca;
quererte cerca a lo lejos
... sin querer.
desprendida del ave musa,
atravesada por la muerte
y la vida.
Vuela la pluma buscando
árido terreno dónde procrear
verso, prosa, ideas...,
taladra pensamientos,
crea abismos,
aísla creaturas.
La vida la transforma
en hoja caduca que
nutre el ave que renace
del maleable árbol del alma.