

Hoy soñé contigo. No como sucede a veces que escucho sólo tu voz aquí cerca, sino te soñé entero. Tu cuerpo completo junto al mío, sin obstáculo alguno pero fue todo inocente: tus manos en mi piel dibujando no sé qué. Es sólo un delirio nocturno pero al levantarme me hizo pensar y reconocer que pocas veces, a la distancia, te pienso como un ser entero; es decir, que pocas veces imagino tus ojos mirando una pantalla o los gestos que harás al jugar o todas aquéllas cosas en que no puedo ver tu cuerpo ni tu rostro en pleno, esos trozos de cotidianeidad que te hacen tan común y paradójicamente tan extraño. Qué cosa daría por estar sólo así una tarde contigo, sin hacer nada más que caminar, mirar el cielo o respirar.
La cuestión es que pensarte así me hace imaginarte en tu contexto corriente, tanto que me hace sonreír.
Ayer no hablamos y no sé si hoy tampoco, pero sé que siempre hay algo que me hace pensar en ti, todo el tiempo.
Es triste estar sin ti. Pensarte y no tocarte, ni siquiera mirarte. Tu ausencia cuela el silencio, es la rendija que muestra mis entrañas al frío.
Pensar que tal vez un día la soledad cambiará por nuestra respiración mutua del otro es quizá el motor de todo este planeta que voy construyendo con trocitos que dejas en mi ser con cada roce. Cada mirada es un espejo distinto y cada reencuentro un nuevo andar. Pero la soledad aparece de repente para recordarme que te tengo y no, que de noche apareces para esfumarte a la mañana y mientras tanto, me entretengo pensando que de mucho esperar, un día, tal vez pronto, estarás de nuevo aquí.
Efraín Bartolomé
Yo te beso
Frente a la destrucción y el aire sucio
En el estruendo de los automóviles
te beso
En el festín de los ladrones
En el pozo de los iracundos
Ante el cuchillo de los asesinos
Ante la baba fóbica de los intolerantes
Frente a la sangre agusanada de los corruptos
Frente a la mansedumbre
Frente a la podredumbre
Frente a la muchedumbre
Yo te beso de frente
Y el día empieza a caminar
Espero que algún día el calendario
pierda todas sus hojas,
que el invierno se duerma
con nosotros
y despierte su neblina
palpitando en nuestras horas.
Edel Juárez
Guardar silencio.
A veces debería guardar silencio.
Callar lo que veo, lo que escucho.
Voltear la cara y no darme cuenta.
Volver a mis oídos ciegos, y a mis manos mudas,
a mi lengua un trapo y a mi corazón de mármol.
Tendría que atar mis pasos, quemar mis ojos,
pero resulta que no puedo.
No vivo por pasar el rato
ni acumulo ideas para ser más sabio
ni me grabo lo que escucho para repetirlo solo,
siempre a solas, bien alto.
Peleé con algunos por lo que hago.
Un día crecieron notas de mis dedos
y fueron otros los que las tocaron,
me propuse extrañar tan solo en un horario,
hablo de amor porque lo busco
intento comprenderlo y no me es fácil.
Evito la intelectualidad tanto como puedo
y me aburro como nunca con quien me toma por eso. Pasa que no estoy listo,
nunca estoy listo,
y todo me sorprende y me provoca,
me extrañan tanto los aplausos
como los abucheos.
Yo no espero otra cosa que no sea entendimiento,
dejar una semilla curiosa que germine con el tiempo. Estoy jugando, es cierto,
pero es que alguien se robó mi infancia cuando todavía era mía.
Y no por eso crezco,
y no por eso grito,
grito porque me divierte ver saltar asustados a mis delirios. A veces cuando salgo camino un largo rato,
sin rumbo fijo, me detengo en los jardines,
me siento en las banquetas y fumo un poco
mientras escribo mentalmente cosas que luego me olvido.
Esa es mi vida, cazar ideas
soñar despierto y casi siempre hablar dormido
y de vez en cuando,
cuando estoy de suerte,
hablar contigo.
Un diálogo desmotivante. Qué lejos está de aquéllas tertulias nocturnas que traían pronto la madrugada. ¿Será que la rutina lo come todo de a poco? O será simplemente la reinstalación de la vida en cada uno de sus huecos premeditadamente establecidos por un plan maestro. Como quiera que sea, ¡qué desmotivante!
...pero, ¿qué quieres?, no siempre la verdad es lo más sublime.
Cartas literarias a una mujer. GAB
En fin, igual que "pedirle peras al olmo" es una broma a la inteligencia, eso de "el cristal con que se mira" es el colmo de la relatividad.
Gracias al frente frío #18, la noche pasada en la ciudad de Pachuca corría un viento glacial en dirección Noroeste, heló durante la madrugada y al amanecer, el frío obligó a los habitantes a abrigarse con la ropa más gruesa que encontró en el ropero. Al mediodía, a pesar del sol que se asomó puntualmente, el viento aún era veloz. Las calles estaban vacías de transeúntes, la gente se desplazaba en automóvil o transporte público, cualquier cosa que pudiera aminorar la sensación de congelamiento era bienvenida.
Por la tarde se anunció en las noticias que en el municipio colindante de Mineral del Monte estaba cayendo la primera nevada del año. Más tardó el aviso en llegar a los oídos citadinos que la carretera en verse saturada de automovilistas que intentaban subir en medio del espectáculo primitivo que ofrecía la blanca cubierta de concreto sobre la montaña flanqueada por la neblina que escondía las chozas encalladas en el bosque, mientras en los carriles de circulación contraria bajaban los autos cubiertos con hierba congelada.
A la entrada del pueblo, el embotellamiento era semejante al rutinario en la sección conocida como indios verdes en el distrito federal, excepto porque el ambiente gélido de afuera y las imágenes de postal hacían olvidar el estacionamiento enorme que cubría la vía de acceso y salida al lugar. No muy lejos de ahí, los automovilistas se estacionaron frente a un predio que guarda una parte pequeña de bosque que los visitantes abarrotaron y flashearon a diestra y siniestra. Ya fuera subiendo por la pendiente enlodada, andando entre el pedregal o mirando los árboles, la gente hacía suya semejante estampa que muchas veces se mira en escenas hollywoodenses y otras pocas se tiene oportunidad de vivir.
Familias enteras caminaron entre el hielo que cubría la hierba mientras aguanieve rozaba gentilmente la piel. Más de uno se enteró entonces que los zapatos que de manera generosa cubrían sus pies no eran tan capaces de mantenerlos en pie frente a tanta humedad y recordaron que en medio del frío, los golpes duelen más. Después de un rato de posar frente a las cámaras, el clima empezó a causar estragos en los modelos, cuyas extremidades contraían sus vasos sanguíneos para conservar vivos el cerebro y corazón provocando dolor y entumecimiento de manos o pies que éstos intentaban calentar poniéndolos en movimiento.
Durante horas el lugar recibió y despidió paseantes. Aun cuando comenzaba a oscurecer, mientras la niebla cambiaba de blanco a rosa y después a gris, las fotografías capturaban los árboles deformados por el viento helado del norte que crujían con cada movimiento que el aire provocaba al colarse entre sus ramas recubiertas con capas de un centímetro en el mejor de los casos. Árboles, hierba, flores, cercas y hasta cables de energía eléctrica, nada escapó al poder del viento y hielo que en una noche transformaron el pintoresco pueblo en uno gris, apagado, sin luz ni agua porque las tuberías y conductos quedaron congelados no dejando más remedio a los oriundos que resguardarse en sus negocios y viviendas hasta nuevo aviso. Los restaurantes exhibían un letrero "sin servicio", las puertas estaban cerradas muy temprano por la tarde y sólo algunos cafés y pasterías permanecían abiertos ante el asalto que los visitantes, en busca de refugio, realizaron al centro de la población.
Es cierto que el espectáculo invernal atestiguado es una experiencia magnífica para los niños e incluso sorprendente para los adultos que en menos de diez minutos de viaje en carretera regresan a sus hogares calientes, o menos fríos, pero ese mismo evento provoca un aumento en las enfermedades respiratorias de los habitantes del pueblo minero atestado ya de viejos pacientes de enfermedades pulmonares gracias a la aspiración de metales que han debido padecer. La cantidad de ingresos que genera el turismo en una noche de nevada no podrá compararse con el gasto que realizan las familias en medicinas para contrarrestar los efectos climatológicos en niños y adultos mayores, además, la carencia de servicios públicos trae consigo el hecho de evitar bañarse, lavar, utilizar artefactos de calefacción o ayuda en la respiración, cocinar o alumbrarse.
Por la noche, el pueblo quedará nuevamente vacío de turistas asustadizos que son vulnerables a tanto frío pero, ¿y los demás?... Los demás deben esperar, encerrados en sus habitaciones, a que el tiempo mejore, se reactiven los servicios y vuelva a vivir el pueblo fresco pero igualmente acogedor que visitan siempre, de entrada por salida, los chilangos, pachuqueños y uno que otro despistado.

Y aunque para las uvas hay algunos nuevos
A los que ya no están echaremos de menos
Y a ver si espabilamos los que estamos vivos
Y en el año que viene nos reímosN. Cano
No está de más pensar en el pasado, el presente y el futuro. A todos aquéllos quienes pertenecen a mi vida, o lo hicieron alguna vez, gracias; a quienes vendrán, bienvenidos; y quienes permanecerán, muchas gracias por caminar descalzos conmigo, ayudarme a escribir mis propias páginas y una que otra vez, prestarme las suyas. Qué encontremos siempre la manera de ser felices, seguir adelante, darnos por entero, y por qué no, burlar al destino. Feliz Año.