agosto 19, 2009

bitácora

Está desanimada y llora, también con desánimo; ya no con ese paradójico vigor que regala la emoción de sentir el agua acanalando las mejillas. Ya no llora por gusto, por placer, llora porque tiene qué, porque dentro de sí siente la imperiosa necesidad de hacerlo aun cuando no sepa ya ni la razón de tanto desconsuelo.

Un alma casi desangelada. Cuando la frente hierve y el corazón se enfría, ¿qué se receta?

1 comentaron:

Bri dijo...

Ya lo dijo Sabines (que por lo visto te gusta mucho, igual que a mi).

"Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la Luna
en dosis precisas y controladas"

 
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