septiembre 29, 2008 0 comentaron

A mí me mataron hace poco en un cuento. En el cuento morí hace cinco años, pero hasta hoy lo cuentan, por eso digo que morí hace poco. De igual manera puedo decir que yo te dejaré de amar pasado mañana, o el día después de pasado mañana. Lo que no voy a hacer es fechar este texto, dejaré abierta la posibilidad de que lo leas a diario y te imagines que se va acercando el día. Que sientas que algo se rompe con cada lectura, que te enojes conmigo, que me maldigas. Que pierdas la noción del tiempo, que ayer se convierta en hoy y hoy en pasado mañana. Que cuando alguien te pregunte por mí sólo atines a contestar que nos quisimos hace poco.

Edel Juárez

septiembre 21, 2008 0 comentaron
Qué tontería pensar que hay cosas "para siempre"
septiembre 17, 2008 0 comentaron

no sé si reír, llorar o ponerme a rezar

Divagando en una de esas páginas de internet en las que poco hay de rescatable me encontré con un diálogo entre latinos de distintos países. Todo comenzó porque uno alegaba que el poema del otro no tenía ritmo ni musicalidad. Como es de esperarse, el autor defendió a su hijo con uñas y dientes, al grado de decir "veo que hay países peores que el mío".

Entrar en diálogos infructuosos con necios que padecen cerrazón es casi igual de cerrado que aquéllos pero la verdad es que hacer a los demás ver sus errores y hacerlos patentes en su cara no es un delito, mucho menos cuando se defiende una idea comprobable y verdadera.

Este asunto remite al tema del Prestigio Lingüístico, ese que hace a una lengua ser mejor vista y más aprendida que otra; la que dice que una persona habla mejor que otra o que es más culta que otra, sin embargo, ya se ha dicho, esto obedece a razones meramente extralingüísticas. Hasta ahora, sólo lingüistas prescriptivos son quienes juzgan como bueno y malo, y sin embargo, entienden que hasta "bueno" y "malo" son flexibles. Obedecen sólo a la ignorancia, el racismo y la discriminación. Es impensable que dos hablantes de una misma lengua, en vez de sumar las características de ambas regionalizaciones y con ellas enriquecerse, tiren de los hilos de una y de la otra hasta que cualquiera caiga, pero al ser de la misma raíz, sólo se logra un efecto boomerang.

En lo particular me da pena que un supuesto escritor o aprendiz de ello no sepa lo que es el respeto y la tolerancia, creo que juzgar con arrogancia es propio, aunque tampoco debiera, de otros rubros, no del literario. Un escritor, a mi parecer debe ser culto y humilde.

Muchos sudamericanos aún ven en México a la amenaza imperialista, cargando con resentimientos con los que es una tontería seguir. Es discutir una y otra vez sobre algo ya hablado n veces antes, de verdad, las relaciones de amor y odio son una cosa enfermiza, sobre todo entre naciones, buscar revanchas y venganzas históricas en competencias deportivas y hasta en foros de expresión de verdad no sé si deben llevarme a la risa o al llanto.
septiembre 16, 2008 1 comentaron

voy a salir a buscarte

septiembre 15, 2008 0 comentaron

nocturno de la alcoba

Xavier Villaurrutia

La muerte toma siempre la forma de la alcoba
que nos contiene.


Es cóncava y oscura y tibia y silenciosa,
se pliega en las cortinas en que anida la sombra,
es dura en el espejo y tensa y congelada,
profunda en las almohadas y, en las sábanas, blanca.

Los dos sabemos que la muerte toma
la forma de la alcoba, y que en la alcoba
es el espacio frío que levanta
entre los dos en muro, un cristal, un silencio.

Entonces sólo yo sé que la muerte
es el hueco que dejas en el lecho
cuando de pronto y sin razón alguna
te incorporas o te pones de pie.

Y es el ruido de hojas calcinadas
que hacen tus pies desnudos al hundirse en la
alfombra.

Y es el sudor que moja nuestros muslos
que se abrazan y luchan y que, luego, se rinden.

Y es la frase que dejas caer, interrumpida.
Y la pregunta mía que no oyes,
que no comprendes o qu no respondes.

Y el silencio que cae y te sepulta
cuando velo tu sueño y lo interrogo.

Y solo, sólo, yo sé que la muerte
es tu palabra trunca, tus gemidos ajenos
y tus incoluntarios movimientos oscuros
cuando en el sueño luchas con el ángel del sueño.


La muerte es todo esto y más que nos circunda,
y nos une y separa alternativamente,
que nos deja confusos, atónitos, suspensos,
con una herida que no mana sangre.

Entonces, sólo entonces, los dos solos, sabemos
que no el amor sino la oscura muerte
nos precipita a vernos cara a los ojos,
y a unirnos y a estrecharnos, más que solos y
naufragos,
todavía más, y cada vez más, todavía.

septiembre 08, 2008 0 comentaron

el español de américa

América Latina, tierra colonizada en la mayor parte de su territorio por España, heredó su lengua, el castellano entonces, misma que se ha diversificado a través del tiempo al mezclarse con las lenguas nativas de cada región de los países de habla española.

Actualmente, el español es la segunda lengua más hablada en el mundo, lo que lleva a pensar que, aún ahora sigue variando regionalmente y por tanto, enriqueciéndose.

José Moreno de Alba, en “Actitudes ante la lengua española” de La lengua española en México, vierte sus opiniones respecto de algunos temas que rodean al español en México y Latinoamérica, como son la normatividad, el prestigio lingüístico, las lenguas oficiales, etc.

Este autor comienza su artículo con la pregunta “¿Tenemos los mexicanos una lengua oficial?” Tomando en cuenta las diferencias propias entre oficial y nacional, Moreno de Alba lanza al aire la idea de incluir en la constitución un apartado en que se reconozca a las lenguas nativas de México como lenguas nacionales sin quitar su carácter oficial al español, esto es, que sea ésta última la lengua que se utilice para realizar todo tipo de trámites ante las instituciones gubernamentales, sin que esto implique necesariamente que la mayoría de la población la utilice. Esta inclusión de las lenguas aborígenes proporcionaría a los pueblos que las utilizan, un sentimiento de identidad con el resto del país ya que serían reconocidos como parte importante del mismo, postura muy ad hoc con las políticas modernas de diversidad y tolerancia; además, se haría justicia a los mismos bajo la certeza de que toda lengua, sin importar cual sea, proporciona identidad y facilita la comunicación entre las personas.

En el caso específico de México, encontramos diversas lenguas que conviven con el español, como el náhuatl, el otomí, etc. Como se ha mencionado antes, éstas cumplen con la función comunicativa de toda lengua para una determinada población, entonces, ¿por qué no se proporciona políticamente la misma validez a dichos dialectos y al español? Bien, todo es debido al prestigio lingüístico. La Real Academia Española define prestigio como “Realce, estimación, renombre, buen crédito.” Lingüísticamente, cuando se habla de prestigio se hace referencia a ese “renombre” de una determinada lengua sobre otras, por ejemplo, en la mayoría de los casos, cuando se dice “hablo inglés” las demás personas entienden que ha estudiado dicha lengua y por tanto es una persona con grandes probabilidades de integrarse a un mercado laboral amplio, es importante, socialmente, que una persona hable dicha lengua; sin embargo, cuando se dice “hablo otomí”, lo más seguro es que se pregunte por qué o para qué. El ejemplo anterior tiene que ver con cuestiones sociales, económicas, extralingüísticas al fin. De lo anterior podemos deducir que el prestigio lingüístico es otorgado a una lengua por su utilidad, facilidad de aprendizaje, o por factores sociales como la economía o la política; sin que esto signifique de ninguna manera que su estructura sea más “correcta”. Este tipo de causas no atiende a la lexicología o la morfosintáxis, sino más bien al modo en que determinadas lenguas son percibidas tanto por los propios hablantes nativos como por todos aquéllos que, quizá sin entenderla, son capaces de emitir una opinión acerca de su acento o su gramática. El prestigio es azaroso pues así como ha sido elegida una determinada lengua para establecer la nomenclatura de los comandos básicos de informática, podría haberse escogido cualquier otra si hubiera ocupado el mismo lugar que la actualmente elegida; además de eso, es engañoso, pues lleva a los hablantes a pensar que de algún modo, hay lenguas superiores, o más válidas, mejores que otras, sin atender al hecho de que cada una de las lenguas existentes cumple cabalmente su función comunicativa para el grupo al que sirve e identifica.

El ser humano es social por naturaleza, por lo tanto se integra en grupos; cada grupo busca la manera de identificarse y distinguirse de los demás. Sin embargo, hay características que los grupos no eligen conscientemente, sino por competencia, como la lengua. Cada grupo social, de acuerdo con sus características propias hace uso de la lengua de una manera determinada, de ahí que ésta sea un elemento de identidad, tanto como una bandera o un himno. Sucede que, la lengua, por ser una capacidad propia del ser humano que se desarrolla de manera “automática” a lo largo de la vida, carece de la importancia debida por parte de los hablantes, hasta que se le compara con otra distinta, de otro grupo. Con base en este método básico de estudio lingüístico, es que los hablantes reconocen las características de la suya propia. Lo anterior deriva en sentimientos de identidad que, de una u otra manera llevan a otro tema: la defensa de la lengua que nos identifica.

Comúnmente, por defensa se entiende luchar contra los factores externos que amenazan la integridad o estabilidad, en este caso, de la lengua. Como factores externos podríamos considerar principalmente a los anglicismos, elementos que a últimas fechas han producido variaciones en el habla de todo el mundo, por ser ésta la lengua empleada para los negocios (debido a factores extralingüísticos, como ya se ha mencionado). Personalmente, considero que debe defenderse la lengua, no de los agentes externos con que se halla en contacto, sino más bien protegerla de un desorden evolutivo; esto es, considero que más que defender a la lengua, en este caso el español, la actitud frente a ella debería ser de reconocimiento de su estructura, su diversidad; conocerla permitiría entender su funcionamiento básico y por lo tanto, los cambios que en ella se generan, lo que a su vez facilitaría el control de las irregularidades que presenta. Lo anterior ayudaría a los hablantes a reconocerla tal cual es y valorarla al compararla con otras igualmente válidas, lo que a su vez enriquecería al hablante multilingüe o monolingüe; sin que esto signifique que deban descalificarse los procesos que la misma sufre a través de su evolución.


Como se sabe, el español es una lengua romance que, primero en España y después en Latinamérica, ha sufrido cambios importantes en su fonología y grafía a lo largo de la historia, y aún en estudios sincrónicos, cada estadío tiene diferencias diatópicas, diastráticas y diafásicas, principalmente. Dichas variantes son ramificaciones de un tronco principal armado con la estructura, el vocabulario y la sintaxis regulados de la lengua básica, considerada como prototipo con la que se comparan el resto de los dialectos que de ella se derivan. Las variaciones ya mencionadas, son notables cuando se comparan unas con otras, por ejemplo, cuando se compara el habla de un político con un estudiante de bachillerato; de un argentino con un mexicano, o un cubano con un español; incluso, el habla entre hombres y mujeres es distinta. El objetivo de la norma es verificar los usos que se hacen de la lengua y validarlos con referencia a la cantidad de hablantes envueltos en dichos fenómenos. Dicha normatividad tiene una función, muchas veces descalificada pero por demás necesaria para lograr la convivencia sana entre todas las variaciones del español. La evolución lingüística sucede a cada momento de manera expansiva, comienza quizá como una irregularidad y a medida que una mayor cantidad de hablantes la utiliza llega a convertirse en un elemento aceptado por la norma, de modo que automáticamente se convierte en elemento “regular”. La aceptación de una determinada forma es, al igual que el prestigio, azaroso y algunas veces, fundamentado en cuestiones extralingüísticas. Lo anterior lleva a un principio de relatividad respecto de los conceptos de “correcto” e “incorrecto” en la lengua y es justo en ese momento en que las Academias de Lengua hacen acto de presencia.

El español es por sí misma una lengua con estructuras definidas y hasta cierto punto, rígidas gracias a la creación de Academias que crean la normatividad que consideran pertinente para la regulación de la evolución de la lengua sin llegar a entorpecer su desarrollo natural. Las Academias de la Lengua Española se han encargado de discernir entre lo meramente azaroso y lo natural en la lengua. Esta distinción ha permitido al español evolucionar, desarrollarse según las propias condiciones de su tiempo sin llegar a ser un proceso desordenado. Si bien es cierto que las normatividades rigidizan los procesos y limitan las opciones, es también digna de consideración su función incluyente, gracias a la cual, a últimas fechas, los principales dialectos españoles y de América Latina han colaborado con vocablos regionales en el diccionario más importante de dicha lengua. La intención de incluir todas aquéllas variantes en una sola normatividad permite a todos los hablantes el conocimiento de las diferencias existentes entre su lengua y otras similares y la toma de consciencia de la flexibilidad y universalidad de la misma.

La lengua es un ente en movimiento constante, evoluciona a cada momento. Es cierto que el español es una de las lenguas con mayor prestigio en el mundo moderno, sin embargo, de poco sirve que exista una gran cantidad de hablantes de esta lengua si poco se le conoce en sus realidad. Considero que un proceso de reconocimiento de las estructuras más básicas del español llevaría a los hablantes a incrementar sus sentimientos de identidad con ella y a entender los procesos por los que ésta atraviesa, de modo que no se juzgarán sino que al comprenderlos, la lengua se enriquecerá aún más, garantizando así, su existencia perpetua.
septiembre 07, 2008 2 comentaron

el que da y quita, con el diablo se desquita

Casi siempre las personas tendemos a ser generosas con quienes más apreciamos, es la manera de demostrarles que son importantes para nosotros. La mercadotecnia de las "fechas especiales" hace de nosotros elementos de consumo, autómatas de la compra-venta, y así, se nos pasa la vida llevando y trayendo cosas de un lado para otro, aun cuando las personas que lo reciben se hayan ido, buscamos siempre otras manos en las cuales depositar otra vez, las mismas cosas. Sin embargo, los seres humanos también somos egoístas, queremos atenciones, halagos, cariños sólo para nosotros. Una de las más grandes perogrulladas dicta que el hombre es un ente social pero, si es tan social, ¿por qué se empeña en destrozar a quien tiene al lado que piensa y siente diferente, que es en sí, un ser diferente? o peor aún, ¿por qué se fija en la mente la idea de aislarlo, de quitarle lo que, mereciéndolo o no, posee? Probablemente todos tengamos un margen de bipolaridad preciso, uno que no rebasamos y nos permite estar en equilibrio la mayor parte del tiempo; polo negativo y positivo se neutralizan uno al otro dotándonos de cualidades discretas hacia uno y otro lado. Si preguntáramos a algún guía, que bien podría ser nuestra madre, lo más seguro es que dijera que eso se llama conciencia. Pero, ¿qué sucede cuando esa "conciencia" o el mentado equilibrio sale de su lugar y entonces se desbalaga la sustancia positiva o negativa, más probablemente la segunda? Pues bien, al parecer, mientras una persona se encuentra feliz y satisfecha es capaz de deshacerse en atenciones hacia los demás, como ya dijimos, es capaz de hacerse llevar como un autómata de la mercadotecnia, situación que cambia cuando su equilibrio deja de estar en la balanza y entonces el nivel no entra en la burbuja, porque es cuando, como "surimi" (sic) arraza con todo lo que encuentra a su paso, importándole poco lo que se lleve de accesorio en su travesía, que normalmente es directamente proporcional con la cantidad de ira que se tenga en el momento. ¿Quién no ha escuchado alguna vez de parte de una madre, propia o ajena, "si no cuidas esos juguetes, los reyes se los van a llevar"? y entonces, como por un inexplicable acto de prestidigitación el niño recoge, cuida y guarda; satisfecho de burlar la magia de, él no lo sabe, sus padres? Bien, esa misma actitud de "dar y quitar" es la que, de común, encontramos en las personas, como mascotas somos amaestrados en la escuela y en la casa, si te portas bien, te doy un dulce, una paleta, ya de perdida una estrella de papel llena de saliva al reverso; es así, que crecemos en esa idea de "dar" en cumpleaños, aniversarios, graduaciones, etc, etc, cuando se está feliz (o el compromiso es muy grande) y "quitar" cuando se está enojado, frustrado, celoso, etc, etc, etc. Los mexicanos tenemos antídoto para todo, y en este caso, la solución es aplicar el clásico: "el que da y quita, con el diablo se desquita".

07/11/07
 
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