diciembre 31, 2007 0 comentaron

trasplante

Bisturí en mano. La tela azul incrementa el calor que ha inundado la habitación. El cuerpo casi inmóvil, desahuciado ya, sólo mira con valor el filo que despunta bajo la luz blanca que se cuela por la claraboya. La mano larga con dedos afilados aprieta el instrumento con toda la fuerza de que es capaz y la descarga sobre la piel blanca, limpia del cuerpo debajo. Entre un gemido y otro de dolor, el bisturí se abre paso cortando pulcramente los tejidos que encuentra en el camino. El pecho ha quedado abierto a la luz mientras el reloj anuncia las veintitrés horas. El sonidito agudo del monitor va marcando rítmicamente los latidos que poco a poco aumentan al movimiento de los cuerpos. Y mientras ella se entrega, él introduce el arma en su cuerpo. Sin el menor cuidado deposita el corazón en un vaso que se llena hasta los bordes y derrama el formol que lentamente avanza hasta el filo de las sábanas.

diciembre 30, 2007 0 comentaron

¿y ahora qué?

Qué cosa más extraña que tu voz saliendo de la nada, qué coincidencia ese encuentro de sonidos donde no hay nadie. Fingí demencia y sin embargo, como no queriendo estás ahí, haciendo acto de presencia. Entonces todo se vuelve confuso…

¿Por qué haces las cosas a destiempo?
¿En qué te inspiras para hacerlo todo tan complicado?

¿Ahora qué va a suceder?... Supongo que habrá que esperar otra vez.

diciembre 29, 2007 0 comentaron

psicosis

De repente todo parece vacío (¿sólo lo parece?)… lo que era importante ya no lo es, lo que podría motivarme ahora me adormece, no puedo ni sentir; pero no muero, sólo vegeto, entro en estado de coma; con tal de escapar soy capaz de cualquier cosa. Cambiar de aires es a veces un mal necesario, una prioridad para mí, y ni siquiera puedo cambiar de zapatos.

El mismo viento afuera, el mismo suelo, las mismas caras y voces. La luz que mana y todo inunda me molesta, carcome mi cerebro y sus ideas. Soy capaz de olvidar la pluma y el papel por transportar verbos en un cable… no, eso no soy yo, soy algo más que trazos en un plano o imágenes enmarcadas.

Necesito volar, me urge… podría salir corriendo entre las sombras asfixiantes sin escuchar nada más que mi roce con las piedras, que el aliento que provoca la combustión de mis pulmones, pero ¿a estas horas?, ¿quién en su sano juicio se cuela entre la noche solitaria sólo por huir?... yo qué sé, me importa poco el juicio de los demás, me importa el que perderé si me estaciono aquí; me urge pensar otras texturas, sentir otros sabores. Seguir encerrada en este anillo se vuelve insufrible… debería escapar ahora, romper conmigo misma, fugarme y expandirme, un estado de inconsciencia repentina y ausencia permanente podrían ayudar; debería dejarlo todo, incluso a mí misma olvidada en un rincón… morir y tal vez reencarnarme otra vez es una opción… cambiar de aires… sí, escapar, transmigrar justo ahora, ahora porque pronto se hará tarde, otra vez…

diciembre 27, 2007 0 comentaron

[boleros del resentido]

Eduardo Lizalde


Hay un lejano olor a muerto en todo el aire.

Alguien se muere aquí,

muy cerca, en el jardín de al lado.

Tal vez aquí, junto al umbral,

más bien adentro de la casa, en el pasillo,

y no, más cerca, en este cuarto donde moríamos

juntos.

No, tampoco.

Más cerca aún, junto a mi cuerpo.

Y no, más cerca.

diciembre 26, 2007 0 comentaron

paradoja

No aguanto ni el dolor ni la alegría planificados, obligatorios por decreto, con fecha fija.


Andamios. Mario Benedetti.


diciembre 24, 2007 1 comentaron

mensaje decembrino

A todos :

Gracias por pertenecer a mi vida, por darle, cada uno, un tinte diferente, por dejarme confiar en ustedes y a la vez, confiar en mí. En verdad, gracias por formar parte de mí.


¡¡Felices fiestas!! Un abrazo y un beso. Los quiero muchísimo.

Atte
ecu
diciembre 17, 2007 0 comentaron

acortando la distancia

Gustavo Lastra
 
Te abrí las puertas de mi corazón un día
cuando la magia del destino apareció
mientras el fuego de tu cuerpo me envolvía
        con el amor
Toqué tu mano y descubrí que era el momento
de darte todo lo que siempre quise dar
sobre tus alas me llevaste al firmamento
y pude volar.. pude volar
 
Y nos quedamos juntos acortando la distancia
y pronunciamos miles de te quieros sin hablar
y me dormí en tus brazos sin temor a la nostalgia
pidiendo que la noche no se fuera a terminar
 
Te abrí las puertas de mi corazón un día
y tu llegada puso paz en mi interior
se transformó la soledad en alegría
y vino el amor... vino el amor
 
y nos quedamos juntos acortando la distancia...
y pronunciamos miles de te quieros sin hablar
y me dormí en tus brazos sin temor a la nostalgia
pidiendo que la noche no se fuera a terminar
 
y nos quedamos juntos acortando la distancia...
y pronunciamos miles de te quieros sin hablar
y me dormí en tus brazos sin temor a la nostalgia
pidiendo que la noche no se fuera a terminar
pidiendo que lo nuestro se volviera realidad...


diciembre 15, 2007 0 comentaron

con miedo

Tengo miedo de morirme ahora,

de voltear y no ver nada.


Me hundo poco a poco.

Con mis propias manos voy cavando

por evitarte la fatiga de enterrarme.


Me riego de mis gotas,

me cubro de musgo por conservarme;

quizá muera mañana, ¿y te acordarás?

diciembre 11, 2007 0 comentaron

en medio de una esquina rota

Un rayito de sol se cuela por los tejidos de mis párpados, me despierta. Levanto la cabeza y me miro ahí, tirada en medio de un cajón, con los brazos extendidos y el vestido de ayer. El cuerpo me pesa. Con los ojos recorro todo ese espacio como lo hago siempre cuando voy a un café, un restaurante, cuando me sacan del letargo. No encuentro nada o casi nada; no puedo ver bien, sólo partículas de polvo se esparcen a mi lado derecho; a la izquierda, un muro con cáscaras que se le caen en la esquina. Muevo los pies por ver si alcanzo algo o a alguien. En círculos se mueven mis zapatos pero no, nada toco; creo que mi estatura siempre ha sido insuficiente, sobre todo cuando se trata de alcanzar a las personas.


Levanto un brazo y miro mis manos, los mismos guantes de ayer. Con esfuerzo me siento en el suelo. Ahora sé que es el suelo, reconozco el patrón del parquet, lo vi el domingo desde arriba de la cama, analicé una a una sus piezas mientras empezaba a volar. Alrededor... nada, estoy sentada en medio de una esquina. Me examino aun cuando al bajar la cabeza me llega un dolor desde no sé dónde. Nunca me han gustado los espejos; prefiero revisarme con las manos, primero la cara y encuentro que uno de mis botones está roto; luego el resto, mi cabello sucio, mi vestido empolvado y los zapatos, húmedos. Es invierno, tiempo de lluvia y frío.


Levanto la mirada. Mi techo no es el techo, es un entramado de alambres retorcidos. Apenas quepo en este espacio. Vuelvo a recorrerlo todo con la vista nublada. Desde un extremo escucho una cerradura y una ráfaga de viento levanta mis cabellos. De lejos miro una abertura que reconozco, puedo ver las escaleras hacia el nivel de abajo. Unos golpecitos descoordinados son seguidos por otros más graves y profundos.


Ahora distingo bien, dos pares de zapatos se acercan a mi techo, éste baja su nivel. Estoy aún más aprisionada y asustada. En medio de mi conmoción, un objeto con tacón me golpea rompiendo mi otro botón y ahora que no veo nada le pregunto: y tú, ¿por qué me empujas?

diciembre 10, 2007 0 comentaron

el bucle interminable

¿Será cierto que no tener qué hacer provoca la generación de "malos pensamientos"? Cuando estamos ocupados poco tiempo queda para mirar la televisión, dormir o comer, pero incluso, y lo mejor de todo, para discutir. Estando pendiente de una u otra cosa quedan pocas fuerzas físicas e intelectuales para argumentar cosas sin sentido en contra de otro, además de que el poco contacto humano logra una falta de comunicación y por tanto, querellas innecesarias en qué desperdiciar le poco tiempo libre que se tiene.


Siempre he pensado que las conversaciones son la manera más directa y sencilla de conocer a las personas. Escuchar y hacerse escuchar es casi casi un arte que, según mi más humilde opinión, pocas personas logran dominar. Una conversación debiera ser, como mencionaba un estudio lingüístico (por más meloso que parezca), algo similar a una danza, en que los puntos de vista de uno y otro individuo pueden llegar a confluir, de modo que la armonía evite roces sensibles negativos; sin embargo, ¿cuántos creemos semejante cosa?... casi todos, por no decir todos, nos inclinamos a llevarlo como una guerra. En un tablero están los argumentos propios y ajenos; el objetivo: destruir los ajenos e imponer los propios sin importar cuán absurdos sean unos o los otros.


Las relaciones interpersonales no han sido jamás una de mis virtudes y sin embargo, he conocido personas maravillosas que de a poco van dejado mucho de sí en mí. Con el pasar de los años, cada quien adopta su personalidad y la define de todas las demás. La mía se basa en la línea delgada entre la argumentación y la discusión; que mi interlocutor pueda sostener una conversación es medianamente importante para que pueda seguir interesada en pasar el tiempo en ese lugar. A pesar de todo, olvido que no a todos gustan los deportes, el cine, o hablar demasiado. Diversidad en unidad es la base de la composición. Composición de minutos y horas es lo que tenemos al contactarnos con otras personas. El espacio queda reducido a tiempo, tiempo de habla y escucha que provoca una conexión interna entre uno y otro ser.


Composición es lo que se pretende lograr al unirse con alguien más en amistad, amor o trabajo; hay que lograr esa conjunción de positivo y negativo de ambas personas para tener relaciones medianamente estables, en que el silencio y la palabra puedan respetarse como tal sin que importe demasiado inquirir o exigir respuestas que llevan casi siempre a lo mismo: nada. Preguntar implica la expectativa en una respuesta y responder, implica otra igualmente esperada. Cuestionamientos y razonamientos recalcitrantes son nada más que pérdida de tiempo; un bucle, un fractal recursivo.


¿Qué necesidad hay de desperdiciar el poco tiempo en darle vueltas al mismo asunto? Dejemos de envolvernos en nuestro propio bucle interminable...

diciembre 09, 2007 0 comentaron

de vuelta a casa

Con la mirada escucho

la madera que dormita,

el palpitar de la pared

y la ausencia del jardín.


Huelo con las manos

la humedad de la cocina

que cuelga en mis oídos

los olores de ayer.


Andando en mis espacios
platico con la nada,
imagino que quizá mañana
otra vez me encontraré

diciembre 03, 2007 1 comentaron

desde aquí

¿Qué razón puedo dar al hecho de que cada vez que te alejas se me queda la nostalgia viviendo en la habitación, tu aroma en mi piel, las caricias en los sentidos y tus besos en la conciencia?


La ausencia que siento cuando te vas me carcome y me desnutre tal como la primera vez. Mi cuerpo se acostumbra al tuyo, mis manos a tu voz y mis oídos a tus miradas. Ya no podré jamás ser la misma después de ti. Te vas y me voy contigo; regresas, y aun así no estoy aquí.


Es una gracia que de vez en vez tus pies toquen mi suelo, que me aspires y te respire, que escuche tu latir en medio del rugir de los domingos. Es azaroso encontrar a alguien en medio del espacio interminable de las cosas, es increíble construir un mundo que mezcla fantasía y realidad; es irresistible seguir aquí.

noviembre 30, 2007 1 comentaron

espantapájaros

Huir del espantapájaros

abriéndose paso entre las sombras

con los pies desollados.

Escapar siempre hacia el frente

con los ojos, las manos entumecidas.

Aspirando lo negro.


Andar con paso firme y descuidado.

lavarse las manos con

el agua pestilente del ayer.

Mezclarse entre la gente,

esconder las pajas y el sombrero.

Partirse en dos. Huir...

noviembre 20, 2007 0 comentaron

sólo una flor

Durante semanas, después de un encuentro azaroso, estuvieron platicando de cosas sin sentido; sus ideas, sus sueños de cambiar el mundo con tan sólo mover los cinco dedos de la mano. La discreción fue siempre su mejor amiga, ni uno ni otro dejó nunca escapar una mirada que diera a entender nada más que una simple amistad "nueva". Ninguna palabra de más. Todo estaba regulado, medido, aun cuando incontables pensamientos amorosos asaltaban a cada uno en su oficina, en su cama, sus vidas.


Un día decidieron levantar la cortina, romper los sellos y mostrarse tal cual eran para el otro. Él, en sus manos cristalizaba una flor de papel, pero ella, que era viento y agua, la destruyó de un solo golpe mientras por fuera sonaba la alarma de sismo. En un segundo la historia que pretendieron construir durante meses cayó por tierra sin la menor oportunidad de ser sostenida de emergencia, y entre los escombros de aquel sueño sin principio ni fin, quedó empolvada y maltrecha la flor, único símbolo indiscreto del mutuo cariño que jamás se concretó.

noviembre 15, 2007 0 comentaron

artes menores: viajar en camión

Jorge Ibargüengoitia

Se considera que viajar en camión es un placer, una necesidad o una desgracia, según el grado de candidez y de optimismo del observador. Yo lo considero más bien un arte, que hay que aprender y dominar. En mis largos años de usuario de camiones he logrado descubrir y establecer las reglas que voy a expresar a continuación, con el fin de que si a algún lector le puede interesar, se sirva de ellas.

Para esperar un camión: hay que hacerlo rezando el rosario, pidiéndole a Dios que no venga muy lleno y que el conductor quiera pararse; al esperar un camión hay que correr constantemente de un lado a otro de la cuadra, tratando de leer los letreros de una hilera de camiones que están, cada uno, oculto por el de enfrente. Hay que observar también el semáforo que rige la circulación de la cuadra, avanzar hacia el centro cuando está en alto, y retroceder hacia la esquina cuando está en siga.

Para abordar el camión: hay que ser el primero en el abordaje, golpeando, si es necesario, a las mujeres reumáticas y a las madres de familia, con prole, que estorban el paso, sin hacer caso de los gritos de “¡ya no hay caballeros en México!”

A bordo: hay que bloquear la entrada y pagar con un billete de veinte pesos, para obligar al conductor a arrancar antes de que acabe de subir todo el pasaje. Hay que recordar esta máxima: cada pasajero es un enemigo, mientras menos haya, mejor.

Si el camión va repleto, se abre uno paso a codazos, diciendo siempre “con permiso”, hasta llegar a los lugares transversales, en los que no se sabe si caben tres o cuatro. Una vez allí dice uno “hágame un campito”, y sin esperar más, se sienta uno encima de dos pasajeros y se pone a leer el periódico. En la mayoría de los casos alguna de las dos víctimas se levantará furiosa y se irá. Entonces ya puede uno ocupar cómodamente el espacio libre.

En el caso de que se desocupe el ligar de junto, hay que abrirse de piernas y fingirse dormido o babear, con el objeto de evitar que alguien se siente. Mientras más alejado esté uno de los demás pasajeros, mejor.

Comportamiento hacia las mujeres: las mujeres en los camiones no tienen ninguna prioridad, ya bastante hemos hecho permitiéndoles votar y hacer ridiculeces en público. Si se acerca una anciana dando tumbos y le pregunta a uno: “Ay, señor, ¿no se compadece usted de mí?”, hay que contestar: “No”.

Si el camión va vacío y somos jóvenes muy jóvenes, estudiantes de preparatoria, por ejemplo, hay que subirse en bola y echando relajo. El momento de subirse en un camión representa una de las pocas oportunidades que tiene un joven de expresarse en público y dar a conocer su personalidad. Para lograr esto conviene hablar a voz en cuello y decir frases llena de originalidad, como: “el de atrás paga, chofer”, correr hacia el extremo posterior del camión, metiéndoles zancadillas a los compañeros y sentarse en el último asiento, forcejeando.

Una vez sentado, si hay compañeros de uno en la calle, conviene gritarles algo ingenioso, como por ejemplo: “Ese Tiras, ¿dónde dejaste al Cejas?” Si no los hay, conviene quitarle la pluma al más torpe de los compañeros y amenazar con arrojarla por la ventanilla. Esto provoca una gritería y un forcejeo que indefectiblemente producen muy buen efecto en los demás pasajeros. Les levantan el ánimo y les dan ganas de volver a ser jóvenes para echar relajo.

Si somos una joven bella, hay que subirse al camión moviendo la melena poniendo cara de “¡Ay, qué desgracia! ¡Yo aquí! ¡Si yo soy de Mustang!” Luego, hay que sentarse junto a otra dama, por miedo a que nos toquen las piernas.

Si se sube uno con niños, no hay que ser egoísta. Hay que permitirles entrar en contacto con los demás pasajeros, que probablemente han sido privados por la naturaleza de la dicha de ser padres o madres. A los niños hay que permitirles jugar con las solapas del señor de junto, con los pelos de la señora de adelante y lamerle la mano al que va agarrado de la manija de enfrente.

El camión es nuestro hogar, aunque sea por un momento. Mientras viajamos en él hay que actuar con toda naturalidad, como si estuviéramos en nuestra propia casa. Si estamos cansados, echamos un sueño, si tenemos catarro, escupimos en el piso, si tenemos hambre, comemos un mango. Si se sube un cantante o un recitador, hay que ponerle atención, aunque después no le demos ni un quinto.

Si bien hay que conservarlos a distancia, conviene ser amables con nuestros compañeros de viaje. Si uno de ellos ha venido escupiendo, por ejemplo, conviene que al levantarnos para bajar del camión le digamos a guisa de despedida: “Lo felicito. Ha escupido usted catorce veces. Es un récord”. Estas son cosas que levantan el ánimo. Si alguien va viajando en el estribo, en vez de decirle, “quítate estorbo”, conviene decirle: “allí va usted bien, no estorba nada” y darle un pisotón.

Por último, hay que recordar que el conductor de un camión es como el capitán de un barco. Él sabe dónde para y hay que aceptar sus determinaciones, aunque nos lleve tres cuadras más lejos, nos deje a media calle, entre coches desaforados, o nos obligue a bajarnos en un charco.

noviembre 12, 2007 0 comentaron

a medias

Soy sólo la mitad de un medio encuentro,

jamás seré un entero.


Va el brazo extendido de uno a otro lado

buscando algún otro olvidado

y el pie derecho se mueve sin el izquierdo;

aunque escoja el que sea, siempre pierdo.


Con el viento cortándome y los pies en el lodo

me doy cuenta que un medio nunca es todo.

noviembre 11, 2007 0 comentaron

espantapájaros / bipolaridad

Huir ya del espantapájaros.

Correr con los pies desollados,

abriéndose paso entre las sombras

con los ojos; las manos entumecidas.

Escapar siempre hacia el frente,

aspirando lo negro.


Andar con paso firme y descuidado.

Lavarse las manos con

el agua pestilente del ayer.

Mezclarse entre la gente,

esconder las pajas y el sombrero.

Partirse en dos

… y volver a huir.

noviembre 10, 2007 1 comentaron

haiga

¿Se ha equivocado usted alguna vez?, ¿se le ha escapado un desdichado haiga, en lugar del correcto haya? ¿Quién no se ha visto en aprietos las ocasiones en que el amigo que estudió en París saca a flote churriguerescas palabras cuyo significado desconocemos? Creo que miente quien sostenga que nunca ha tenido afectaciones nerviosas en público cuando de hablar con toda corrección se trata.
[...]
Cuando se encuentre en una complicada situación donde no entienda algún término complicado, consuélese pensando en que tal vez la Real Academia apruebe en algún futuro no muy lejano el uso del desafortunado haiga, en desmedro del correcto haya.

Texto completo, échenle un vistazo (¡saludos paisano!): Tiradero de derrotas: haiga
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de la brevedad engañosa de la vida

Luis de Góngora

Menos solicitó veloz saeta
destinada señal, que mordió aguda;
agonal carro por la arena muda
no coronó con más silencio meta,

que presurosa corre, que secreta
a su fin nuestra edad. A quien lo duda,
fiera que sea de razón desnuda,
cada sol repetido es un cometa.

Confiésalo Cartago, ¿y tú lo ignoras?
Peligro corres, Licio, si porfías
en seguir sombras y abrazar engaños.

Mal te perdonarán a ti las horas;
las horas que limando están los días,
los días que royendo están los años.

noviembre 05, 2007 1 comentaron

contrapunto

Alguna vez quise ser periodista, mirarme en el noticiero de la noche o leerme en el diario arrumbado de todas las mañanas. Durante años intenté sin resultados aumentar mis casi nulas habilidades retóricas, peleé hasta el cansancio por ser enviada a los más deseados concursos de exposición. Siempre quedé en nada; lo más que logré fue eliminar mi primitivo pánico escénico y cambiarlo por la humilde dominación del habla hacia las masas. Conozco a alguien que cada vez que se para frente a un auditorio de más de diez tartamudea sin parar y su corazón late tan fuerte que se siente morir. Eso no me sucede a mí, puedo perfectamente hablar durante cinco minutos o largas horas ante tres, siete o decenas de sujetos sin que los nervios se me quemen. Dicen que esa es la base de la retórica. Domino los recursos de mi habla como pocos, casi sin pensarlo expulso las palabras que me place, la mayor parte de las veces atino donde quiero, algunas no, pero resulta siempre satisfactorio para mí vencer uno de los más grandes miedos.


La situación cambia si mi audiencia es tan pobre como un solo ser y tan rica como el hombre que yo amo. Es imposible para mí mirarle a los ojos y al mismo tiempo abrir los labios para hacerle saber cuánto lamento no poder gritarle a la cara lo que siento cada vez que me mira, me habla o me toca. Soy perfectamente incapaz de sobrevivir a sus miradas sin diluirme por dentro para querer que me absorba en sí. Es insufrible sentir el esófago cerrándose con cada palpitar y pretender sacar la voz cuando lo único que aparece es agua que me llena los ojos, agua que me trago por no dar un mensaje equivocado. Quizá nunca pueda decirle de frente cuánto lo quiero en verdad, pero puedo mirarlo como no he mirado a nadie y amarlo en contra de la distancia sin que nadie se entere si él siente lo mismo, aun cuando voy gritando por el mundo que soy feliz, que no he sentido nunca lo que ahora, que no quiero cambiarle nada sino que, por el contrario, quiero hacerlo muy, muy feliz y vaciarme completa en su vida para llenarme de la suya.

noviembre 04, 2007 0 comentaron

recolector de notas

Para ti, que andas descalzo

y escribes en mí.



Desde hacía algún tiempo pasaba días y noches haciendo nada, su vida había quedado reducida a la observación del plafón rugoso y las paredes añejas de lo que él llamaría su habitación. Vivía en la caja de cartón corrugado que los demás habían despreciado por sus reducidas dimensiones y color tan irremediablemente neutro. Era cierto que ésta era pequeña pero no tenía opciones cuando el mundo de fuera le parecía lejano, incomprensible y complicado. De vez en cuando se asomaba por la rendija que había labrado en sus ratos de ocio entre un canal y otro de las arrugas de los muros pero casi nunca veía nada interesante, el planeta seguía su curso mientras él vivía encerrado ahí, en su propio mundo. En algunos momentos llegaba a sentirse solo y casi vacío, sin embargo, nunca prestaba atención a las cosas que requerían más de dos minutos de su tiempo. Vegetar no era divertido pero al menos no corría el riesgo de perder un brazo, como el oso de la repisa, o los botones de su carita, como la muñeca de debajo de la cama. A veces envidiaba a los demás por sentirse tan felices a pesar de sus propias miserias y lleno de curiosidad por conocer otros planetas, salió de viaje. No llevaba consigo más que una bolsita de fe, un costal de dudas y un sombrero decorado con listones de soledad. No sabía bien a dónde ir, únicamente sentía la necesidad de oler el viento como alguna vez hacía mucho tiempo, así que no se preocupó por tener un itinerario o una ruta fija, sólo caminó por donde sus zapatitos azules lo llevaban, como si estuvieran llenos de voluntad propia.


El tiempo nunca le había preocupado demasiado y en una travesía como ésta, pensó que podría dormir donde lo agarrara la noche. Fue así que algunas veces durmió en mitad de la alfombra o debajo del librero cuando no entre otros juguetes, que también buscaban alguna razón para dejar de sentirse tan de plástico, queriendo camuflarse con ellos sólo por intentar encontrar dentro de sí, alguna parte que no conociera.


Una noche, cuando se sintió por completo fatigado de tanto andar, cuando las suelas blancas habían bajado su grosor recostó la espalda en un rayito de luna que se colaba por la ventana grande que alimentaba la vida de todos esos pobres que vivían contentos mientras alguien más los movía y hablaba por ellos. Sería la última noche de viaje. Nunca había sido bueno para los cálculos matemáticos pero según sus cuentas, llevaba mucho tiempo fuera de casa y sin poder encontrarse aún. De su bolsita sacó un cobertor, la noche era fría y estando solo, era la única manera de no sentirse tan infeliz. Se quitó el sombrero y lo colocó a su lado para descansar mejor. Con sus manitas de trapo apretó los bordes de la manta hasta quedar por completo perdido, como siempre, en otro mundo. Solía soñar que tenía alas con que volaba muy, muy alto pero al final, casi al despertar, se sentía caer sin saber por qué. Esa noche no era distinta, sus alas se movían al compás; una y otra, juntas, formaban una v y luego se extendían, una v y luego, extendidas, una v y luego… nada, ya no podía moverlas, caería sin remedio en quién sabe dónde. Sentía desesperación de saberse perdido, agitaba sus manos y pies pero… nada, no podía evitar el duro golpe que seguramente lo esperaba. Con terror miraba allá abajo montones de tierra que se agrandaban con el pasar del tiempo; intentaba cerrar los ojos pero era imposible, todo lo era en aquél sueño, cualquier intento por sobrevivir era en vano. El frío comenzó a recorrer sus manos, su cuerpo. De repente sintió tirones en los pies, como si alguna fuerza de ninguna parte lo jalara hacia arriba. Sorprendido abrió los ojos y encontró que unos guantes, que alguna vez habían sido blancos, sujetaban un extremo de su cobertor. Enojado del abuso de que era objeto a esas horas intentó despojar aquéllas manos de su ropa pero al mirar los botoncitos rotos del rostro de aquel ser que dormía, al parecer tranquilamente, apretando fuerte la tela, decidió sólo tocar ligeramente su hombro. Al instante se abrieron los pedazos de circunferencia llenos de miedo y se incorporó un cuerpecito frágil y maltrecho de muñeca. Con lo que le quedaba de vista se miró en los botones negros de él y pidió disculpas por el atrevimiento de robarle un trozo de rayo lunar y apropiarse de un retazo de cobija. Él, que a estas alturas ya amaba la soledad, se compadeció de la tristeza de aquélla y en vez de reclamar, conversaron durante horas; así les llegó el amanecer.


Después de un tiempo, él regresó cansado pero satisfecho del viaje que esa vez decidió emprender. Abrió la puerta de su caja y encontró todo cubierto con una sábana de polvo. Dejó en el piso la bolsita que durante el trayecto hubo de cambiar por una mochila, la maleta que, inexplicablemente y casi sin notarlo, había reducido un poco su tamaño y el sombrero que había perdido sus listones. Desempolvó con cuidado la cama que ya extrañaba, se acostó boca arriba y miró de nuevo las sombras que se dibujaban entre el techo granuloso. Desde ahí echó un vistazo rápido por todo su espacio, miró las paredes carcomidas por la humedad, más envejecidas que nunca y tomó entonces la decisión de cambiar su habitación. No tiraría la caja. Nunca había sido envidiable pero ésta aún servía y dentro de ella guardaba toda su vida hasta ahora; sólo recubriría los muros. No quería ver más esas arrugas que lo hacían sentirse apesadumbrado y triste, que le recordaban soledad. Contra la voluntad de sus manos y pies se levantó, abrió la mochila nueva y vació su contenido de un solo golpe sobre el polvo. Regó por el suelo los trocitos de vida que había recolectado desde que encontró a la muñeca de los ojos rotos. Con sus manos pequeñas, maltratadas por la supervivencia, distribuía por el espacio aquel collage. Separaba cuidadosamente unas formas de otras, las agrupaba por colores y texturas. Colocó cinta adhesiva al reverso de cada imagen y pegaba una a una donde le parecía que quedaban mejor. Pasó en su labor más de una semana. Al final, cuando había logrado tapizar por completo las paredes, se alejó para mirarlas en perspectiva. Con la vista escudriñó su obra, todos y cada uno de los recortes encerraba una sensación, un recuerdo. Sonreía al mirarse ahí, y mirarla a ella decorando su propio mundo. Cada vez que observaba algún punto del muro se perdía en la memoria y volvía a sentir lo que aquellos días.


Estaba ensimismado en su fascinación cuando la vista comenzó a descubrirle patrones, letras que se formaban con la conjunción de colores. Con las figuras amarillas se componían consonantes, con las rojas, vocales y las azules, daban signos de puntuación. Se emocionó tanto de su descubrimiento que comenzó a juntar las figuras que encontraba y formaba palabras con ellas. Sorprendido de las notas que se creaban, desde entonces, cada noche antes de dormir, mira su muro y recolecta notas, mientras la muñeca de botones rotos las escribe a la distancia, entre sueños.

noviembre 02, 2007 0 comentaron

la novia

Estando ya dentro del vestido blanco que años atrás le había comprado Jojo "para esa fecha especial", notó que había escogido entonces una talla equivocada, que la tela irritaba la piel y que en realidad, tal como había supuesto durante tantos años, la noche no era tan temible una vez que uno se acostumbra a la oscuridad, sobre todo cuando se tiene plena certeza de que se estará en ella bajo el huerto de naranjos durante mucho tiempo.

octubre 28, 2007 0 comentaron

ensoñación profunda

Todo el amor es sueño

--el mejor áureo sueño de la plata--.

Sueño de alguien que muere,

el amor es un árbol que da frutos

dorados sólo cuando duerme.


Eduardo Lizalde


Soñé que subía las pesadas escaleras hacia la nada mientras tú, allá abajo, buscabas la manera de encontrarme entre tanta basura. Soñé que en mitad de la noche, mientras mis párpados cargados de dudas, miedos y suposiciones caían sobre mis ojos aplastándolos y mi actividad mental se concentraba en crear un universo paralelo, tú, intentabas llegar hasta aquí; que cuando antes del amanecer pedí llorando que me amaras esta noche, aparecías entre las sábanas, como si sólo esperaras la orden adecuada para hacerme respirar.


Soñé que aún de madrugada tú también soñabas. Soñabas que me perdía, que me buscabas entre la gente y la neblina, soñé que soñabas con besarme "de a de veras". Soñé que no había para ti más sueño que éste que juntábamos de madrugada, de noche y claro, también de día, todo el día; que incluso el insomnio más profundo era producto de este sueño. Soñé que defendías este sueño de nuestras propias pesadillas prefabricadas, las tuyas y las mías. Soñé que en medio de la noche despertabas sudoroso, lleno de miedo para llegar a mí.


Soñé que evitaba descargar toda la tradición de reclamaciones neuróticas en tu contra. Soñé que cada día cortabas con paciencia uno a uno mis cabellos de medusa, que aparecías de súbito durante el día en algún rincón no descubierto de mis cuatro paredes de cartón. Soñé que de tanto soñar habíamos perdido la habilidad de hacer cualquier otra cosa, incluso comunicarnos con los demás. Soñé que soñaba en una cama para dos de la que te levantabas temprano para salir a cazar monstruos de día. Soñé que soñaba un sueño de dos.


Esperé con los ojos adormilados que disiparas las sombras con tu tacto. Abrí la puerta y las ventanas, las cortinas también, pero sólo llegó la mañana que sin la menor delicadeza me despertó de un solo golpe en mi cama vacía, individual. Mis párpados siguen cargados de dudas, miedos y suposiciones, de corajes y desvaríos. No reacciono a los estímulos externos, he perdido la capacidad de vivir, sólo me queda soñar tal como ayer, pero un sueño diferente. Esta vez soñaré que sueño un sueño sin despertares, quizá entre tanto sueño tropiece alguno tuyo con el mío, y volvamos a soñar.

octubre 24, 2007 0 comentaron

el faro

(Edgar Oceransky)

Dibujas mi silueta de perfil sobre el cristal
y miras hacia el norte con más ganas que deseos de mirar
mis manos dibujándote en el sitio donde no puedes estar
se está volviendo oficio poner tierra y extrañarte un poco más de lo normal
está creciendo el río y se desborda del caudal

La inercia va arrastrándote muy rápido hasta el día terminar
intentas sin lograr hacer más corta la jornada en soledad
yo escribo y trato de ordenar mis sueños y mi vida desde acá
buscando la manera de juntarla con la tuya cada vez un poco más
difícil es hacer más de una cosa sin pensar

Pierde los temores y convierte en mariposas las serpientes
que después de la tormenta calma habrá, no dudes siempre
navegar contra corriente vuelve fuerte si no pierdes el faro que está al final
nunca dejes cabos sin atar

Tú piensas y deseas de este modo con tu vida continuar
sabiendo que esta historia va a tener que repetirse sin parar
yo rezo por que quieras y yo quiero no te vayas a cansar
a veces tiene que dolerte el alma para que te puedas por fin enterar
que hay vida en tus entrañas y no lo puedes negar

Mis hadas te provocan en la mente toda esta intranquilidad
para que no me saques de tu vida y no me logres evitar
tus ángeles me cuidan todo el tiempo de cualquier intempestad
y limpian mi camino de las piedras que pudieran provocar mi tropezar
no es necesario recordar, no puedes olvidar

Pierde los temores y convierte en mariposas las serpientes
que después de la tormenta calma habrá, no dudes siempre
navegar contra corriente vuelve fuerte si no pierdes el faro que está al final
nunca dejes cabos sin atar, nunca dejes guerra sin luchar

octubre 22, 2007 1 comentaron

in memoriam

He vivido retraída del mundo, más que antes. Sentada en mitad de la noche estoy desde hace unos meses.

Los amigos se me van, de lejos nos veíamos a veces sólo en travesías insufribles de regreso a casa; otras tantas incluso teníamos reuniones imprevistas en el local o en el cine. En el café de siempre quedan los últimos sollozos de lo que pudo haber sido, la esperanza rota de lo que nunca fue.

Ahora la ciudad se me presenta distinta, las calles están en blanco, los lugares limpios; no hay huellas, ni suspiros, ni abrazos ni nada. Un minuto de silencio por la muerte inesperada e imperceptible de mi vida pasada. Sin saberlo me he ido de este mundo, lo noté cuando al querer comprar una nube sentí el suelo demasiado blando, ya estaba sobre ella.

In memoriam de lo que había sido hasta hace tiempo, de la persona intempestiva, individual, compleja. Dejemos que el tiempo pase... el mejor regalo para los muertos es el olvido.
octubre 10, 2007 0 comentaron

común y corriente

Tienes un nombre común

tan común como el camino que recorro,

como el día en que te encontré;

tanto como la inmensa cantidad

de lugares comunes que llenan y llenan

mi vida, las de otros.

Tienes el tiempo corriente

como las calles de antaño

corriente como los días y los años

que hasta ahora han pasado

desde que nos fuimos sin el otro.

octubre 09, 2007 0 comentaron

invocación

Efraín Bartolomé


Lengua de mis abuelos habla por mí

No me dejes mentir

No me permitas nunca ofrecer gato por liebre

sobre los movimientos de mi sangre

sobre las variaciones de mi corazón

En ti confío

En tu sabiduría pulida por el tiempo

como el oro en pepita bajo el agua paciente del claro río

Permíteme dudar para creer:

permíteme encender unas palabras para caminar de noche.

No me dejes hablar de lo que no he mirado

de lo que no he tocado con los ojos del alma

de lo que no he vivido

de lo que no he palpado

de lo que no he mordido

No permitas que salga por mi boca o mis dedos una música falsa

una música que no haya venido por el aire hasta tocar mi oreja

una música que antes no haya tañido

el arpa ciega de mi corazón

No me dejes zumbar en el vacío

como los abejorros ante el vidrio nocturno

No me dejes callar cuando sienta el peligro

o cuando encuentre oro

Nunca un verso permíteme insistir

que no haya despepitado

la almeja oscura de mi corazón

Habla por mí, lengua de mis abuelos

Madre y mujer

No me dejes faltarte

No me dejes mentir

No me dejes caer

No me dejes

No.

octubre 08, 2007 1 comentaron

por última vez

En el momento en que lo tuvo de frente, con su cabeza entre las manos se asomó a esos ojos pequeños y como en un abismo se dejó caer sólo para mirar por última vez los cuarenta y tres años de amor turbulento que por las noches hacían sacudirse a los cimientos de la casa y por los días, provocaban algo más que un incendio perpetuo.


Tan pronto como la luz en sus pupilas mutó para convertirse en sombras, soltó aquélla cabeza mil veces amada para cerrar la caja y dejarle ir sin ella, por última vez.

octubre 06, 2007 0 comentaron

regalo de cumpleaños

Nunca te he dado demasiados regalos, no es lo mío. Jamás saldrá una rosa de mis manos para ti, ni te daré un collar de oro o un vestido de seda.


Hoy no estuve contigo, prácticamente no te vi. El día se me fue como muchos otros, sin ti. Estoy acostumbrada a tus ausencias, a tus huidas repentinas pero hoy de verdad había decidido que cambiaría mi relación contigo. No soy lo que quisieras, quizá nunca seré lo que esperas. Soy una mezcla de tu sangre y la de otro, salí de un molde distinto y en compensación por los tantos años de discusiones y necedades había decidido que hoy trataría de complacerte en lo posible; con tus límites y los míos podríamos convivir como alguna vez esperaste, como siempre has querido con todos y cada uno de nosotros. Hoy de verdad quería volver a sentirte cerca, como aquélla vez en que me perdí y lloraste amargo por mi desaparición. Eres difícil, distante, pero hoy… todo quería darte, decirte lo que hace años no digo, y ni siquiera hablé contigo…


No quiero que te vayas sin que sepas que te quiero, que hace años no me siento en tu cama y platicamos, que extraño todas aquéllas veces que con el mundo a cuestas peleabas por nosotros a día y noche, cerca y lejos, riendo y llorando; que te admiro, que somos diferentes, sí, pero esas diferencias nos hacen crecer conociéndonos y reconociéndonos a diario. Años han pasado y no soy la misma, tú tampoco lo eres, con los años llega la necedad. Te extraño en las noches cuidándome, sé que con cada una sin dormir tú pasas dos de insomnio. Ahora alguien más ha llenado mi corazón y es por eso que te hablo así, como hace tanto no lo hacía; sé que verme feliz te alegra el doble, que me amas de una manera diferente, a tu manera. Hoy, te ofrezco este regalo de cumpleaños que verdaderamente sale desde dentro.


Eres tú quien me defiende de mis miedos, del monstruo que vive debajo de mi cama, el que me asusta por mis noches de desvelo. Otras manos me salvan del mundo pero tú, me salvas de mí. Gracias a tus positivos y negativos es que me haces una mejor mujer, gracias a ti sé que hay grandes diferencias entre una persona y otra y que, amando con todo el corazón se pueden hacer grandes cosas.


Gracias por esperarme hoy, perdón por haberte hecho esperar en vano. Ojalá no hubiera dormido, así habría podido hablar de frente. No soy tan valiente contigo. Te extrañaré hoy más que nunca, hoy que es tu cumpleaños, éste es tu regalo.

octubre 05, 2007 0 comentaron

notas sobre nahuatlismos (I cont.)

De Carlos Montemayor. La Jornada


México, D.F. Jueves 04 de octubre de 2007


¿Por qué la escritura es atípica en el caso de tzinco? Porque de acuerdo con todos los ejemplos enlistados hasta aquí, la pronunciación natural es chinco. No solamente hemos visto los anteriores ejemplos de continuidad de sentido en el vocablo tzintli cuando entra en composición con otros vocablos, sino también la permanencia de su valor como fonema palatal africado sordo, particularmente frente a la vocal i, como ocurre también en tzicli, chicle, tzípitl, chiple o tlacuatzin, tlacuache. En algunos casos, puede tratarse de una atracción por el numeral cinco y con la expresión aún común en el siglo XXI de unir y separar los dedos de una mano para expresar que hay “cinco poderosas razones para no atreverse a algo”, es decir, para señalar el fruncimiento del ano. Robelo, tan celoso de la aportación de nahuatlismos a la lengua española, pero tan discreto y apartado del uso de las voces obscenas, no quiso registrar chinco, sino cinco y zinco (lección XCIV), proporcionando, sin embargo, esta útil información: “Todavía los feroces maestros de la escuela de la primera mitad del siglo pasado (es decir, la primera mitad del siglo XIX, antes de la primera documentación del gitano chingarár como fastidiar o molestar) amenazaban a los discípulos diciéndoles: ‘Si no me das la lección te doy doce azotes en el cinco’”. Robelo registra “azotar el cinco” como dar azotes en las nalgas y “echar una chinana” como poner una calilla o supositorio en el ano. Apuntó que la expresión “parece que no le curaron el chincual” se dice de la persona inquieta y de la que gusta de andar en fiestas, y que “yo te curaré el chincual” equivale a la locución castellana “yo te curaré el alhorre”, que se usa para amenazar con azotes a los niños traviesos. Pensamos que las bases semánticas y el radical de la lengua náhuatl pueden explicar una amplia gama de las acepciones, usos y regiones donde la palabra chingar se vincula con “cortos de vestidos”, “fornicar”, “dar por el culo”, “pegar en el culo”, “fastidiar”, “doblegar”, y los derivados de excelencia o poder que alguien puede ejercer sobre los otros en los mismos sentidos de “dar por el culo” o “someter por el trasero a otros”.


Alatorre señaló que “dos cosas son de notar en la exposición de Corominas: primero, la falta de connotaciones ‘obscenas’, salvo el chingar del caló español; y segunda, la ausencia casi total de México, donde chingar no es voz de caló, sino de todo el mundo, y muy fuerte, muy polisémica y muy productiva (...) En todo caso, es un hecho que chingar y su familia son algo muy peculiar de México (...) Según una explicación que corre de manera casi subrepticia (...) la terrible palabra viene de tzintli o tzinco. Así, el significado primario vendría a ser no simplemente ‘fornicar’, sino ‘fornicar de manera nefanda’”.


Agreguemos un dato más, que puede ilustrar el recato de nuestros autores del siglo XIX ante esta voz polisémica y popular. En su México Peregrino, Victoriano Salado Álvarez recuerda que el geógrafo Antonio García Cubas presenció una discusión peculiar en la librería de Andrade, en la primera mitad del siglo XIX, a propósito de la palabra chingar. Lo valioso de la mención de Salado Álvarez es que aclara que el geógrafo aludía a ella como “la palabra H”. Releamos el pasaje de El libro de mis recuerdos, de García Cubas, sobre la tertulia en la librería de Andrade:


Dos de los concurrentes a la librería discu-tían acerca del origen de una palabra mal sonante muy usada por la gente baja del pueblo.

¿De dónde cree usted, señor don Fulano, preguntaba uno, que proceda la palabra H. de que abusan nuestros léperos, sobre todo cuando los ciega la ira?

Evidentemente, señor don Zutano, respondió el otro, viene del latín, y exponía sus razones.

No conformándose este último con tal opinión, expuso sus objeciones, continuando en tal virtud la discusión hasta que acertó a pasar por la puerta de la librería el Sr. Don Andrés Quintana Roo, a quien después de devolverle el saludo que desde fuera a todos dirigía, uno de los contendientes le repitió la pregunta susodicha:

Diga usted, señor don Andrés, ¿de dónde cree usted que provenga la palabra H?

¡De la pulquería! contestó el señor Quintana; y prosiguió imperturbable su camino.


La clave que proporciona Salado Álvarez sobre “la palabra H”, como eufemismo para chingar, resulta muy útil para la historia de esta voz en México. Primero, porque ha sido considerada “mal sonante”. Segundo, porque “los léperos” la usaban con largueza, y particularmente abusaban de ella cuando “los cegaba la ira”, lo cual nos resulta muy comprensible aún a los mexicanos de los inicios del siglo XXI. Tercero, porque Andrés Quintana Roo murió en 1851 y el pasaje lo describe en su condición de paseante; es decir, debemos situar esta discusión sobre la etimología de la palabra 20 o 30 años antes que el registro de Rufino Cuervo, que fue en 1867.


Por tanto, debemos decir que además de los sentidos del chingarár gitano como “disputa, riña o guerra, combate”; del chincana quechua como “taberna de gente baja”; del también quechua chinkai como “perderse, desaparecer”; del araucano chingolo, “especie de gorrión”, y chingue, mofeta o zorrillo, el chingar del mundo cultural náhuatl ayuda a completar y a explicar la riqueza polisémica con que el vocablo ha evolucionado en el español de México.


Texto del escritor, ensayista y traductor incluido en el Diccionario del náhuatl en el español de México, coordinado por el autor, que se presentará el 12 de octubre en el contexto de la Feria del Libro de la Ciudad de México


notas sobre nahuatlismos (I)

octubre 04, 2007 2 comentaron

de miedo

El miedo a perder es siempre el más grande de todos, por espeluznantes que sean la aracnofobia, acrofobia, hidrofobia o cualquier otra -fobia, el miedo a perder o dañar cuanto se quiere en verdad no tiene comparación; en términos matemáticos podría asumirse que éste es directamente proporcional a la estima que se siente.

Todos tenemos miedos, para otros pueden ser absurdos pero los propios son anclas que no dejan caminar, a cada paso se siente un tirón en cada extremidad, voltea uno a mirarse y encuentra entonces esa carga ante sus pies, sujetándole.


Hay miedos que son "menores", débiles, que al cabo de un rato se van; hay otros "permanentes" que están ahí todo el tiempo, uno sabe que los padece y por ende, aprende a vivir y convivir con ellos; pero hay otros, los "boomerangs" se van, luego regresan, vuelven a irse y retornan, dan vueltas sin parar alrededor del alma y el pensamiento, los taladran hasta el cansancio con toda alevosía pues justo cuando se cree que han desaparecido lo toman a uno por sorpresa infinidad de veces hasta que llegue una mano que los sujete y los derribe en el suelo para salvación propia y ajena. Yo, padezco muchos de esos, parece que se van, que uno se libera pero pasan las semanas y se asoman de nuevo; he de agachar la cabeza para que no me golpeen en el rostro. ¿Por qué cuesta tanto desprenderse de las cosas que hacen daño?, ¿por qué se olvidan las caricias, los besos, los momentos dulces y en cambio se tienen presentes los miedos, los corajes, las frustraciones?


El miedo es el peor de los males, mis miedos son lo peor de mí...

octubre 03, 2007 0 comentaron

notas sobre nahuatlismos (I)

De Carlos Montemayor. La Jornada.

México, D.F. Miércoles 03 de octubre de 2007.

Chingar. El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) registra chingar como proveniente del caló chingarár, “pelear”. Sin embargo, son tan abundantes los sentidos, los derivados y todas las acepciones consideradas como propias de América, que debería llevarnos a sospechar que quizá hay una base lingüística y cultural para explicarlos mejor. Juan Corominas lo destacó en su análisis y se abrió a esta posibilidad en varios momentos, sin llegar a aceptar el náhuatl como una de esas bases idiomáticas. Corominas cree firmemente que la voz es de origen jergal y que su “significado primitivo parece haber sido ‘pelear, reprender’, de donde ‘fastidiar, estropear’, probablemente del gitano chingarár, ‘pelear’, de origen índico; pero no todas las palabras castellanas en ching- derivan de este verbo, pues en América se mezclaron con ellas algunos radicales aborígenes”. Da como primera documentación la de Rufino Cuervo en 1867, que tiene el sentido de “llevarse un chasco”. Después de apuntar la variedad de acepciones en nuestros países iberoamericanos (incluye a Brasil), reconoce la posibilidad de “que el origen de todas estas varias acepciones puede hallarse en la de ‘fornicar’ que tiene chingar en el caló español y que es usual y callejera en el habla de Méjico”, conclusión que me parece infundada en el análisis etimológico que él presenta, pero que podría sustentarse si recurriéramos al náhuatl.

Fundamenta, pues, el origen gitano de la voz como “disputa, riña, represión”, o como “pelear, reñir”, y aun como “guerra, combate”. Pero a pesar de su sólida argumentación tiene que reconocer lo siguiente: “En el caso de que la acepción ‘fornicar’ fuese la primitiva, puede pensarse también en un origen onomatopéyico”, recurso que considera posible si se comparara con el catalán popular fer zing-zing, lo cual, aunque hable bien de su orgullo como catalán, parece caprichoso, por decir lo menos, en su abigarrada exposición.

Cubierto ya el expediente de la dialectología gitana, pasa a afirmar, sin embargo, que: “Por otra parte, es seguro que algunas de las voces son de procedencia americana aborigen”. Del quechua, acepta chinkána, para chingana, “taberna de gente baja, especie de burdel”, y chinkái, “perderse, desaparecer”, para chinga como “idea de haberse perdido o desaparecido algo”. Del araucano, acepta chingolo o chincol, “especie de gorrión”, y chingue o chiñe, “mofeta, zorrino”, vocablos empleados en Argentina y Chile.

Ahora bien, al referirse a la acepción boliviana de chingo como “en cueros”, afirma que la voz “nos lleva”, sin explicar cómo atraviesa no sólo miles de kilómetros, sino decenas de idiomas, “hacia el centroamericano chingo, que en Costa Rica significa ‘corto de vestidos’,... ‘rabón, desnudo, en paños menores’, y en Honduras también ‘rabón’ y ‘corto de vestidos’”. Sin embargo, apunta que “Feraz, citado por Lenz, deriva estos sentidos del náhuatl tzinco, ‘desnudo’” (lo cual, ciertamente, es impropio), pero desecha tal posibilidad porque la voz no aparece en el vocabulario de fray Alonso de Molina y prefiere concluir que “será palabra de creación expresiva, pero no india”. Al final, añade, además de la anterior, dos notables incorrecciones más: afirma que Cecilio Robelo no recoge ese aztequismo y que el costarricense Carlos Gagini dice que tzinco es un sufijo y no una palabra en náhuatl.

Tzinco no viene como tal en Molina, ciertamente, pero de ninguna manera podemos reducirlo a un sufijo en náhuatl (salvo en las toponimias); tampoco significa “desnudo”. Es una palabra compuesta por tzintli, “culo, ano” (que Molina registra como “el ojo del salvo honor”), y el sufijo locativo -co. Esto es, la palabra significa “en el culo”, pero su escritura como voz náhuatl y su pronunciación como nahuatlismo es atípica, según lo veremos. Tzintli aparece en numerosas voces compuestas, vigentes aún en el habla popular de México en muchas regiones del centro, sur, costas del Pacífico y del Golfo. Del siglo XIX resalta chinacate, aparente derivación natural de tzinácatl, murciélago, sentido que todavía tiene en el noroeste de México. Pero la voz tiene otro significado notable no sólo en nuestro tiempo, sino en el siglo XIX, como lo documentan diversos escritores y rimas populares.

La voz chinacate deriva en verdad del náhuatl xinácatl, que significa desnudo. No registran la voz Molina ni Sahagún, pero su uso ha sido amplio en varias regiones. A principios del siglo XXI, por ejemplo, se le aplica en Milpa Alta a los niños que andan desnudos por la casa. También sigue viva la forma verbal toxinacahuizque, que significa literalmente “vamos a desnudarnos”, pero que se emplea todavía hoy como una forma eufónica para invitar a una mujer a hacer el amor.

Joaquín García Icazbalceta registra chinacate como un individuo perteneciente a la chinaca, que a su vez define como “gente desarrapada”, indicando que se le dio este nombre “por desprecio a las guerrillas liberales o gavillas de gente de toda broza, no uniformada”. Registra chinaco, chinaca como “lo mismo que chinacate, y más usado. Todavía se aplican estos nombres a individuos de la misma hez del pueblo”... Eufemio Mendoza explicó que en la guerra de Independencia se dio el nombre de chinaco “a las partidas de insurgentes por su desnudez”. Féliz Ramos i Duarte agrega un uso más, que también registra Cecilio Robelo: pollo chinacate, o pollo nacatón, “el que desde su nacimiento está desplumado”.

Robelo explica que chinacate proviene de tzintli, culo, nácatl, carne: “la carne del culo”. Robelo explica que a “los pollos chinacates, por estar desplumados en el anca, se les ve la carne del culo, y por esto los llaman también ‘culo de fuera’”. Agrega que también significa “gallo o pollo sin plumas” y en sentido figurado “hombre del pueblo bajo; lépero, pelado”. Simeón registra nacayocan como “nalga”, “lugar carnoso”, y actualmente en el náhuatl de Xochiatipan, Hidalgo, se le llama tzinacayo. Así resulta más claro el sentido de “gallo o pollo sin plumas en el ano” y, por extensión, “persona desarrapada o que muestra las carnes por lo raído de sus ropas”. Y esto explica el acortamiento de chinacate en chinaco, nombre despectivo que durante el siglo XIX aplicaron los conservadores a los guerrilleros o soldados de la Independencia y de la Reforma a causa de sus ropas raídas o rotas, datos útiles para que Corominas, si lo hubiera querido, pudiera haber explicado el sentido centroamericano de chingo como “corto de vestidos, rabón, desnudo, en paños menores”.

Ahora bien, chinana es otra voz empleada desde la época de Molina para designar un supositorio en la cura de hemorroides. Todavía significa ahora en la zona de Milpa Alta agarrar a una mujer por el trasero o tener relaciones íntimas con ella; en Jalisco, es una broma de niños que consiste en golpear con violencia el ano con las palmas de las manos unidas. Chinana deriva de tzinana, de tzintli, ano, ana, tomar o agarrar. De aquí surgieron chinanar o chinanear como “tener relaciones sexuales” y aun “molestar o enfadar a alguien”. De estas dos últimas voces tenemos refranes populares. Mientras menos ganas, más chinanas, o sea, cuando menos desea alguien hacer una cosa, más lo requieren o acosan; también, cuando alguien está en situación precaria, se le multiplican las calamidades. Otro: Todas las chinanas son para mí, es decir, todas las molestias recaen en mi persona y no en los demás. Un refrán más contiene la voz chinanear: ¡No me estés chinaneando!, o sea, no me estés chingando, golpeando o fastidiando en el culo.

Chinchayote es el vocablo que designa a la raíz comestible del chayote; por ello se forma de tzintli, “culo” o, en este caso, “base”, y cháyotl, chayote. Se llama chincual o chincualo al sarpullido en los muslos y alrededor del ano de los niños recién nacidos; por extensión, al entusiasmo o excitación en los jóvenes por asistir a una fiesta; usado como plural, se aplica a un grupo de niños traviesos. Proviene de tzintli, ano, y qualo, pasivo de comer, ser comido. De esta voz contamos también con refranes populares. No le curaron el chincual, alude a la persona inquieta y que gusta de andar en fiestas. Traer el chincual o estar enchincualado se dice de quien tiene una inquietud o está muy alborotado por algo. Los derivados chincualudo y chincualuda significan “muchacho inquieto o travieso” y “mujer coqueta”. Todavía se llama chincuete en el centro y sur de México a la manta que se enredan las mujeres a manera de falda y que se ciñe con una faja en la cintura; etimológicamente significa la “falda del trasero”, de tzintli, ano, y cueitl, falda. En la sierra de Puebla se llama tzintatapahtli al pañal, de tzintli, ano, y tatapahtli, tela, o en otras regiones del centro de México, trapo, harapo, y en Molina “manta gruesa remendada”.

Por otro lado (o quizás debo decir, en la misma dirección), chintamal es un viejo vocablo para las nalgas o el trasero, pues se les considera, regocijadamente, “los tamales del culo”, de tzintli, ano, y tamalli, tamal. Todavía se conoce en muchos sitios como chintatlahua a la araña también llamada viuda negra o capulina (Latrodectus mactans), porque tiene un dibujo rojo ventral en forma de reloj de arena. De ahí que el nombre se componga de tzintli, ano, tlatlauhqui, rojo, y la partícula posesiva -hua: “la que tiene el culo rojo”. Por último, machincuepa, que es una maroma o voltereta, proviene de maitl, mano, tzintli, ano, y cuepa, voltear o dar vuelta; esto es “voltear o darle vuelta al culo”.

Texto del escritor, ensayista y traductor incluido en el Diccionario del náhuatl en el español de México, coordinado por el autor, que se presentará el 12 de octubre en el contexto de la Feria del Libro de la Ciudad de México

notas sobre nahuatlismos (I cont.)

 
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