febrero 03, 2008

cambio de rumbo

a JL


Errar es de humanos. De vez en vez todos comentemos errores. Por acto, omisión o imaginación, buscamos elementos de inspiración donde simplemente no hay nada. Cuántas veces hemos pensado que podríamos hacer tal o cual cosa, nos convencemos a nosotros mismos que podemos hacerlo, que con empeño y un poco de suerte obtendremos frutos, pero con el pasar del tiempo vamos acercándonos a un muro que en letras grandes y rojas dice "No puede ser". Es ahí que no quedan opciones, sólo cambiar de rumbo. Afortunadamente, al tener el muro a pocos centímetros del rostro, miramos a los costados y descubrimos otros caminos, al avanzar por cualquiera de ellos nos damos cuenta que el letrero no abarca ni la mitad de la extensión total de la pared.


Con base en los estándares sobre los que nos han criado admiramos a todos aquéllos que atinan a su vocación, trabajo e incluso vida personal a la primera, nos miramos a nosotros mismos, observamos el camino andado y notamos los virajes que hemos dado, los errores que venimos arrastrando y minimizamos nuestro esfuerzo, nuestro andar frente a aquél otro que se alza como emblema de la perfección. Todos buscamos algo o alguien frente al cuál compararnos, la rivalidad es un elemento sano en las relaciones humanas, existe entre los hermanos, entre los amigos y los enemigos; sin embargo, lo más sano no es esta, sino el fruto resultante de la misma, gracias a ella se genera amistad, se valora a los demás, pero sobretodo, a uno mismo.


Hay una edad en que todos cambiamos, recibimos presión sobre el rumbo que deberá tomar nuestra vida en unos años o unos meses. Esperamos, y esperan los demás, tomar las decisiones adecuadas y casi siempre, de una u otra manera, los otros esperan saciar sus expectativas influenciando nuestro futuro caminar, algunas veces lo logran, otras no. Son los demás quienes, basándose en apreciaciones y sus propias experiencias esperan evitarnos "cometer un error" sin embargo, los únicos capaces de decidir por conocernos plenamente somos nosotros mismos, evitar las influencias, sacudirse los prejuicios y el qué dirán y centrarse en los propios gustos y facultades de uno mismo, puede no resultar exitoso, pero sí satisfactorio.


Es de sabios cambiar de opinión. Cuántas veces nos pidieron hablar sobre alguien que admiráramos y escribimos decenas de borradores, uno tras otro tirado a la basura porque no nos convencía a nosotros mismos lo que dirían nuestras palabras. Compararse es bueno, minimizarse no. Las condiciones varían de uno a otro empezando por las propias características internas y externas personales. Hoy, el orgullo hacia ti no es por las veces que has acertado a decir o hacer, sino por las otras en que has empezado a caminar, has topado con pared, cambiado de rumbo y vuelto a andar...

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