octubre 28, 2007

ensoñación profunda

Todo el amor es sueño

--el mejor áureo sueño de la plata--.

Sueño de alguien que muere,

el amor es un árbol que da frutos

dorados sólo cuando duerme.


Eduardo Lizalde


Soñé que subía las pesadas escaleras hacia la nada mientras tú, allá abajo, buscabas la manera de encontrarme entre tanta basura. Soñé que en mitad de la noche, mientras mis párpados cargados de dudas, miedos y suposiciones caían sobre mis ojos aplastándolos y mi actividad mental se concentraba en crear un universo paralelo, tú, intentabas llegar hasta aquí; que cuando antes del amanecer pedí llorando que me amaras esta noche, aparecías entre las sábanas, como si sólo esperaras la orden adecuada para hacerme respirar.


Soñé que aún de madrugada tú también soñabas. Soñabas que me perdía, que me buscabas entre la gente y la neblina, soñé que soñabas con besarme "de a de veras". Soñé que no había para ti más sueño que éste que juntábamos de madrugada, de noche y claro, también de día, todo el día; que incluso el insomnio más profundo era producto de este sueño. Soñé que defendías este sueño de nuestras propias pesadillas prefabricadas, las tuyas y las mías. Soñé que en medio de la noche despertabas sudoroso, lleno de miedo para llegar a mí.


Soñé que evitaba descargar toda la tradición de reclamaciones neuróticas en tu contra. Soñé que cada día cortabas con paciencia uno a uno mis cabellos de medusa, que aparecías de súbito durante el día en algún rincón no descubierto de mis cuatro paredes de cartón. Soñé que de tanto soñar habíamos perdido la habilidad de hacer cualquier otra cosa, incluso comunicarnos con los demás. Soñé que soñaba en una cama para dos de la que te levantabas temprano para salir a cazar monstruos de día. Soñé que soñaba un sueño de dos.


Esperé con los ojos adormilados que disiparas las sombras con tu tacto. Abrí la puerta y las ventanas, las cortinas también, pero sólo llegó la mañana que sin la menor delicadeza me despertó de un solo golpe en mi cama vacía, individual. Mis párpados siguen cargados de dudas, miedos y suposiciones, de corajes y desvaríos. No reacciono a los estímulos externos, he perdido la capacidad de vivir, sólo me queda soñar tal como ayer, pero un sueño diferente. Esta vez soñaré que sueño un sueño sin despertares, quizá entre tanto sueño tropiece alguno tuyo con el mío, y volvamos a soñar.

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