noviembre 05, 2007

contrapunto

Alguna vez quise ser periodista, mirarme en el noticiero de la noche o leerme en el diario arrumbado de todas las mañanas. Durante años intenté sin resultados aumentar mis casi nulas habilidades retóricas, peleé hasta el cansancio por ser enviada a los más deseados concursos de exposición. Siempre quedé en nada; lo más que logré fue eliminar mi primitivo pánico escénico y cambiarlo por la humilde dominación del habla hacia las masas. Conozco a alguien que cada vez que se para frente a un auditorio de más de diez tartamudea sin parar y su corazón late tan fuerte que se siente morir. Eso no me sucede a mí, puedo perfectamente hablar durante cinco minutos o largas horas ante tres, siete o decenas de sujetos sin que los nervios se me quemen. Dicen que esa es la base de la retórica. Domino los recursos de mi habla como pocos, casi sin pensarlo expulso las palabras que me place, la mayor parte de las veces atino donde quiero, algunas no, pero resulta siempre satisfactorio para mí vencer uno de los más grandes miedos.


La situación cambia si mi audiencia es tan pobre como un solo ser y tan rica como el hombre que yo amo. Es imposible para mí mirarle a los ojos y al mismo tiempo abrir los labios para hacerle saber cuánto lamento no poder gritarle a la cara lo que siento cada vez que me mira, me habla o me toca. Soy perfectamente incapaz de sobrevivir a sus miradas sin diluirme por dentro para querer que me absorba en sí. Es insufrible sentir el esófago cerrándose con cada palpitar y pretender sacar la voz cuando lo único que aparece es agua que me llena los ojos, agua que me trago por no dar un mensaje equivocado. Quizá nunca pueda decirle de frente cuánto lo quiero en verdad, pero puedo mirarlo como no he mirado a nadie y amarlo en contra de la distancia sin que nadie se entere si él siente lo mismo, aun cuando voy gritando por el mundo que soy feliz, que no he sentido nunca lo que ahora, que no quiero cambiarle nada sino que, por el contrario, quiero hacerlo muy, muy feliz y vaciarme completa en su vida para llenarme de la suya.

1 comentaron:

Anónimo dijo...

hola! gracias por tu comentario y haber leido la idea. el hecho de tener muchas palabras repetidas era para hacer coincidir la historia con la cancion y dejarlo como una letania, un loop, o estribillo,
en fin me gustó que me leyeras.
ya vuelvo para leer yo tambien.
un beso.
toni

 
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