noviembre 20, 2007

sólo una flor

Durante semanas, después de un encuentro azaroso, estuvieron platicando de cosas sin sentido; sus ideas, sus sueños de cambiar el mundo con tan sólo mover los cinco dedos de la mano. La discreción fue siempre su mejor amiga, ni uno ni otro dejó nunca escapar una mirada que diera a entender nada más que una simple amistad "nueva". Ninguna palabra de más. Todo estaba regulado, medido, aun cuando incontables pensamientos amorosos asaltaban a cada uno en su oficina, en su cama, sus vidas.


Un día decidieron levantar la cortina, romper los sellos y mostrarse tal cual eran para el otro. Él, en sus manos cristalizaba una flor de papel, pero ella, que era viento y agua, la destruyó de un solo golpe mientras por fuera sonaba la alarma de sismo. En un segundo la historia que pretendieron construir durante meses cayó por tierra sin la menor oportunidad de ser sostenida de emergencia, y entre los escombros de aquel sueño sin principio ni fin, quedó empolvada y maltrecha la flor, único símbolo indiscreto del mutuo cariño que jamás se concretó.

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