diciembre 10, 2007

el bucle interminable

¿Será cierto que no tener qué hacer provoca la generación de "malos pensamientos"? Cuando estamos ocupados poco tiempo queda para mirar la televisión, dormir o comer, pero incluso, y lo mejor de todo, para discutir. Estando pendiente de una u otra cosa quedan pocas fuerzas físicas e intelectuales para argumentar cosas sin sentido en contra de otro, además de que el poco contacto humano logra una falta de comunicación y por tanto, querellas innecesarias en qué desperdiciar le poco tiempo libre que se tiene.


Siempre he pensado que las conversaciones son la manera más directa y sencilla de conocer a las personas. Escuchar y hacerse escuchar es casi casi un arte que, según mi más humilde opinión, pocas personas logran dominar. Una conversación debiera ser, como mencionaba un estudio lingüístico (por más meloso que parezca), algo similar a una danza, en que los puntos de vista de uno y otro individuo pueden llegar a confluir, de modo que la armonía evite roces sensibles negativos; sin embargo, ¿cuántos creemos semejante cosa?... casi todos, por no decir todos, nos inclinamos a llevarlo como una guerra. En un tablero están los argumentos propios y ajenos; el objetivo: destruir los ajenos e imponer los propios sin importar cuán absurdos sean unos o los otros.


Las relaciones interpersonales no han sido jamás una de mis virtudes y sin embargo, he conocido personas maravillosas que de a poco van dejado mucho de sí en mí. Con el pasar de los años, cada quien adopta su personalidad y la define de todas las demás. La mía se basa en la línea delgada entre la argumentación y la discusión; que mi interlocutor pueda sostener una conversación es medianamente importante para que pueda seguir interesada en pasar el tiempo en ese lugar. A pesar de todo, olvido que no a todos gustan los deportes, el cine, o hablar demasiado. Diversidad en unidad es la base de la composición. Composición de minutos y horas es lo que tenemos al contactarnos con otras personas. El espacio queda reducido a tiempo, tiempo de habla y escucha que provoca una conexión interna entre uno y otro ser.


Composición es lo que se pretende lograr al unirse con alguien más en amistad, amor o trabajo; hay que lograr esa conjunción de positivo y negativo de ambas personas para tener relaciones medianamente estables, en que el silencio y la palabra puedan respetarse como tal sin que importe demasiado inquirir o exigir respuestas que llevan casi siempre a lo mismo: nada. Preguntar implica la expectativa en una respuesta y responder, implica otra igualmente esperada. Cuestionamientos y razonamientos recalcitrantes son nada más que pérdida de tiempo; un bucle, un fractal recursivo.


¿Qué necesidad hay de desperdiciar el poco tiempo en darle vueltas al mismo asunto? Dejemos de envolvernos en nuestro propio bucle interminable...

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