agosto 19, 2007

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Sentada en la orilla de la cama repasaba los últimos cincuenta y seis días con sus respectivas noches. La luna se mostraba menguante y fechas antes un terremoto había sacudido la ciudad. Cincuenta y seis veces había reconocido en sus entrañas aquello que le hacía volar sin alas durante horas escuchando sólo una voz. Esta noche, más larga que cualquiera otra reciente no le daba más que la despedida a su optimismo. A su lado, bajo la almohada, un boleto para el tren al sur. Hora: 00:56.

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